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Actualizado: 29 de junio de 2025


Después de haber pedido auxilio con voz ronca y a gritos, se había arrodillado junto al cadáver y lo abrazaba, ensangrentándose todo, y de su convulsa boca no salían más que dos palabras breves y monótonas: ¡Se acabó!... ¡Se acabó!...

»Todo esto leí; de todo esto me enteré, gastando en ello todas las fuerzas de mi voluntad. Pero era preciso hablar, responder de algún modo a aquellos cargos terribles; y para esta empresa ya no tuve alientos. Luz, entretanto, continuaba pidiéndome una respuesta con los ojos. ¡No los apartaba de ! Estaba trémula, convulsa, la desdichada.

Lo creo señora respondí apretando con convulsa fuerza los dientes, ni más ni menos que si entre ellos tuviera toda la Gran Bretaña. prosiguió , todo suceso que me esperanzas de ver a mi hija fuera de la tutela y dirección de la marquesa y la condesa, es para lisonjero. Pero ese inglés será protestante. repuso , mas no quiero pensar en eso. Puede que se haga católico.

, marcharme. ¡Usted se va! continuó con otro movimiento que tenía algo de salto y poniendo siniestro brillo en sus ojos. , naturalmente. Al oír esto, la devota, con instantánea fuerza, le asió con su mano convulsa el brazo, y estrechándole violentamente, dijo: No, ¡no se irá usted! En el mismo momento en que esto decía, se sintió que abrían la puerta de la calle.

Y todavía la hermana volvió a escanciarle. Siguieron buscando. El mozo, tremulento, daba tumbos y juraba balbuciente; ella se reía y le iba proponiendo: Te casas con ella si quieres..., y si no..., no te casas.... Al atravesar la antesala encontraron a doña Rebeca, toda despavorida y angustiada, apretando convulsa un puño de pesetas.

Y al mirarlo ya léjos, engañado, la vida de mi mente desechaba, y recostando la arrugada frente en mi mano convulsa, que abrasaba, maldecia el presente y, cobarde, lloraba... ¡Como si el árbol que de hermosas flores la Primavera plácida engalana, las conservára en el ardiente Estío! El sol marchita y borra sus colores dando al tiempo tributo, y tras la flor galana hincha su piel el sazonado fruto.

A la tarde siguiente el segundo se fué con su hermano, y mi mujer se echó desesperada sobre lo único que nos quedaba: nuestra hija de cuatro meses. ¿Qué nos importaba la difteria, el contagio y todo lo demás? A pesar de la orden del médico, la madre dió de mamar a la criatura, y al rato la pequeña se retorcía convulsa, para morir ocho horas después, envenenada por la leche de la madre.

De pronto su mano convulsa rozó las cuentas del rosario de Fray Antonio que colgaba de la faltriquera, e inspirado por el Infierno, tomolo sin vacilar, rompiolo con los dientes junto al crucifijo, dejó caer algunas cuentas, y envolviéndolo al cuello de Beatriz, tiró con ambas manos, tiró en uno y otro sentido, hasta apretar, por fin, sobre aquella delicada garganta, un nudo terrible.

Por la tarde, cuando por primera vez había venido la esposa infiel a la casa, no lo había hecho. D. Álvaro no pronunció una palabra. Cogió con mano convulsa por un brazo al sacerdote y le hizo entrar en su gabinete. Luego cerró con cuidado la puerta. ¿A qué viene esa mujer? preguntó haciendo inútiles esfuerzos por aparecer sosegado. La voz salía de su garganta débil y ronca.

¡Ven aquí! ordenó la solterona; y levantando la cabeza hacia los criados, que estaban asomados á las ventanas del piso superior, añadió: "Vosotros, volved á acostaros!" Todas las ventanas se cerraron y reinó de nuevo el silencio. Bobart trepó por la escalera, y á penas llegado al descansillo, la mano convulsa de Clementina le atrajo hacia el salonillo.

Palabra del Dia

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