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Actualizado: 3 de junio de 2025
Para excitar su caridad, para pedir consejo o auxilio, toda criatura humana, por miserable y desvalida que fuese, podía llegar hasta ella, segura de que ella le tendería sin repugnancia sus blancas y piadosas manos, como las de Santa Isabel, reina de Hungría, sobre la inmunda cabeza del tiñoso; pero, si Poldy había de recibir a una persona en su estrado y conversar familiarmente con ella, esta persona necesitaba contar, entre sus ascendientes, héroes y príncipes, y ser además por sí atildado, culto y perfecto dechado de cortesía, de discreción, y de otras mil raras prendas.
Tendría que presentarme a sus amigas ¡qué tarea tan abominable! Y si me aburriese en un rincón, usted se creería obligada a dejar a sus amigos para venir a conversar conmigo. Sería, pues, un verdadero estorbo para usted. Prefiero que me permita quedarme con su padre; fumaremos un cigarro en el jardín, hablando de cosas que nos interesan.
Si algunos caballeros respetables se aproximaban a los grupos de damas para conversar con ellas, hasta las más viejas, que parecían ajenas a las vanidades mundanales, los repelían con dengues juveniles. ¡Ay, no se acerquen ustedes! Estamos horribles. Con este maldito mar está una impresentable. Todas tenemos algo verde en la cara.
Castro Pérez traía entre manos un negocio muy difícil, y se le iban las horas hojeando librotes y dictando alegatos. La tarea terminaba a las mil y quinientas, volvía yo a casa entre nueve y diez de la noche, y apenas podía conversar con Linilla unos cuantos minutos, y eso delante de las tías o del P. Herrera.... La víspera del viaje no hubo que ir al despacho.
Primero, me dijo deseaba dar un rato de conversar conmigo; después, y antes de darme nada, abrevió varias veces los nombres de la Sacra Familia, lanzando, como por vía de exordio, dos ó tres «Osus-María-seff,» hasta que por último, entró en materia, y en materia muy de mi agrado, pues se trataba nada menos que de la proyectada comedia.
En ese momento llega la madre de Mistral. En un momento ponen la mesa; un hermoso mantel blanco y dos cubiertos. Yo conozco la costumbre de la casa: sé que, cuando Mistral tiene convidados, su madre no se sienta a la mesa... La pobre anciana no habla más que el provenzal, y pasaría grandes angustias si tuviera que conversar con franceses... Por otra parte, hace falta en la cocina.
Se refiere de Pascal que habiéndose dedicado con grande ahinco á las matemáticas y ciencias naturales, se cansó de dicho estudio á causa de hallar pocas personas con quienes poder conversar sobre el objeto de sus ocupaciones favoritas.
¡Miren quién habla! dijo un viejo paisano que tenía entre todos el alto prestigio de haber sido justiciero juez de paz, cuando don Luna se agacha a conversar es cosa de pedir pieza con cama. ¡Si tiene más música que un órgano!... Y cuando usted habla, viejo, ¿qué hay que hacer?... ¡irse!... dijo Baldomero riendo estrepitosamente, y agregó: ¡Vamos, don Melchor, a dar una vuelta... vamos!...
Me preguntó si podría conversar siquiera cinco minutos con mi tío, asegurándome que con ello tendría suficiente para examinar al doctor Avrigny y ver por los síntomas que le ofrezca si además de la pena que le consume padece en efecto una verdadera enfermedad física. »Yo le prometí hacer cuanto estuviera en mi mano para que celebrase esa entrevista, pero aun no lo he logrado hasta la fecha.
Yo he demostrado que no son diablos, ni almas en pena, sino criaturas sutilísimas e invisibles, casi siempre traviesas y alegres, que se engendran en lo más delgado del aire. Agradecidos los duendes, ¿qué tiene de particular que acudan a conversar conmigo?
Palabra del Dia
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