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Actualizado: 27 de julio de 2025


En un cenador de ese género siempre es de noche, cómo ustedes saben... Y entonces, ella me suelta el brazo, se agacha hasta tocar el suelo, y, arrastrándose, se introduce por un boquete en el tallar, cuyas ramas entrelazadas cierran toda otra entrada.

85 Y el indio es como tortuga de duro para espichar; si lo llega a destripar ni siquiera se le encoge; luego sus tripas recoge, y se agacha a disparar. 86 Hacían el robo a su gusto y después se iban de arriba; se llevaban las cautivas, y nos contaban que a veces les descarnaban los pieses, a las pobrecitas, vivas.

¡Miren quién habla! dijo un viejo paisano que tenía entre todos el alto prestigio de haber sido justiciero juez de paz, cuando don Luna se agacha a conversar es cosa de pedir pieza con cama. ¡Si tiene más música que un órgano!... Y cuando usted habla, viejo, ¿qué hay que hacer?... ¡irse!... dijo Baldomero riendo estrepitosamente, y agregó: ¡Vamos, don Melchor, a dar una vuelta... vamos!...

Sin embargo de que no soy francés, haria cualquiera sacrificio á trueque de lograr que este pueblo no digiriera alegremente, que este pueblo no hallara goces al presenciar que un hombre se agacha, se pone en cuatro piés y ladra como un perro. ¡Contradicion inconcebible!

Acepta la espada, mide á su enemigo con una mirada de fuego, le apostrofa con un espumante resoplido, irgue un instante la formidable nuca, escarba la arena con suprema desesperacion y coraje, y embiste como un huracan.... El Espada se defiende con tres ó cuatro lances, casi inmóbil, y la fiera, como deseando poner fin á su lucha y su martirio, vuelve sobre el flanco de su antagonista, agacha la cabeza, surge como un relámpago de acero, estalla un inmenso grito de millares de bocas, suenan los clarines, y se ve, al disiparse la polvareda, la gran mole de un cadáver oscuro, como un peñasco, al pié de un hombre que saca su espada de entre el corazón y los lomos de la víctima, y la limpia tranquilamente contra la tosca piel del palpitante escombro....

Pero por Plauto no daré un cabello; Miro que su oración toda se agacha; No cual la tuya, Lope, que alça cresta, Hasta tocar del sol la ardiente hacha. ¿Pues qué, si tu Rosaura, en la floresta Juega el venablo y bate los ijares, Del valiente bridón que la molesta? ¿Juventud castellana, ya qué temes? Yo te prometo honor, suda y escribe, Que Apolo hay acá con quien te extremes.

630 En el caballo de un pampa no hay peligro de rodar, ¡jue pucha!, y pa disparar es pingo que no se cansa; con prolijidad lo amansa sin dejarlo corcoviar. 631 Pa quitarle las cosquillas con cuidao lo manosea; horas enteras emplea, y, por fin, sólo lo deja cuando agacha las orejas y ya el potro ni cocea.

692 En un lamento constante se encuentra siempre embretao; el castigo han inventao de encerrarlo en las tinieblas, y alli esta como amarrao a un Fierro que no se duebla. 693 No hay un pensamiento triste que al preso no lo atormente; baja un dolor permanente agacha al fin la cabeza, porque siempre es la tristeza hermana de un mal presente.

Muda, con una mirada tímida y suplicante, Gertrudis deja hacer; y cuando él siente entre sus manos ese pie suave y fresco, lo asalta un vértigo, lo invade un deseo ardiente y loco; se agacha y posa sobre él su frente ardiente. ¿Qué haces? exclama ella. El se incorpora... Sus miradas se cruzan llenas de embriaguez, y, lanzando un grito furioso, caen en brazos uno del otro.

8 Está en las guaridas de las aldeas; en los escondrijos mata al inocente; sus ojos están acechando al pobre. 9 Acecha de encubierto, como el león desde su cama; acecha para arrebatar al pobre; arrebata al pobre trayéndolo en su red. 10 Se encoge, se agacha, y caen en sus fuerzas muchos desdichados. 11 Dice en su corazón: Dios está olvidado, ha encubierto su rostro; nunca lo vio.

Palabra del Dia

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