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El pobre animal estaba allí, dormido, indefenso; y aun despierto, no procura huir; al contrario, consiente que se le acerquen, que le toquen. Al igual del lamantín, para que huya es preciso apalearle; y los que se pescan jóvenes, por más que los rechacéis de á bordo, siempre seguirán al buque.

Si algunos caballeros respetables se aproximaban a los grupos de damas para conversar con ellas, hasta las más viejas, que parecían ajenas a las vanidades mundanales, los repelían con dengues juveniles. ¡Ay, no se acerquen ustedes! Estamos horribles. Con este maldito mar está una impresentable. Todas tenemos algo verde en la cara.

Ese que por única vez en muchos años quizá se presenta hoy á vuestros ojos saliendo de Córdoba á una hora insólita, cabalgando en compañía de algunas mugeres, entre una numerosa escolta de guardianes mas que guardias de honor, que so pretesto de dejarle espedito el camino ahuyentan á todos los viandantes y gente curiosa para que no se acerquen á su persona, ese es el Califa reinante, último vástago de los degenerados Umeyas.

Ademas de la justicia que nos el último tratado ó contrato, para que vaya la línea, ó raya divisoria, por los rios Yaguarey ó Monici, y Corrientes, segun dije a V. E. en 20 de Junio de 1791, se seguirá de ello no solo el que esta provìncia en un año se prolongará, sin costo alguno, desde el trópico al paralelo de 22° 4' que son las mejores tierras del vireinato y con yerbales próximos al rio, sino que con esto tendremos escalas mas próximas y abundantes para ir á los Chiquitos y á los establecimientos que hagamos costa arriba, y separaremos para siempre á los Portugueses: porque todas las tierras, al norte de dicho Corrientes hasta la Laguna de los Xarayes, son impoblables, porque las crecientes del rio Paraguay las inundan á larguísimas distancias, sin permitir que los Lusitanos se acerquen á nosotros ni al rio, ni intenten beneficiar dichos yerbales para vendernos la yerba, ó para llevarla á sus minas donde se estima mucho: estas ventajas son inapreciables.

CLEOPATRA. Juno, pequeña, no podemos ocuparnos de tu soldado; tenemos ahora otros en que pensar... ¿Qué haremos, pues, queridas amigas? Voy a proponeros una cosa... Quiero que se acerquen. No puedo vivir lejos de ellos. Quisiera ver al picaruelo que me ha traído en sus brazos. Exhalaba un olor delicioso a soldado. ¿Dónde está? CLEOPATRA. Mírale, con la boca abierta. VERÓNICA ¡Me voy con él!

Se mantienen á distancia, dijo, porque nuestros veinte arqueros les han causado grandes pérdidas. Pero nos van á matar mucha gente con sus pedreros. Pues una estratagema para que se acerquen, y el barón dió brevemente sus órdenes. Trasmitidas que fueron éstas, los arqueros empezaron á caer como si la artillería y las flechas de los piratas causasen en ellos grandes estragos.

Tenéis un pico de oro, sabéis adoptar elegantes posturas; pero decidme: ¿qué haríais si quisieran raptarnos durante la noche? ESCIPIÓN. Velaremos la noche entera. Además, espero que vosotras no querréis marcharos. VERÓNICA. ¿Por qué están tan lejos? ¡Yo quiero que se acerquen! VOCES FEMENINAS. ¡Por favor, detenedla! CLEOPATRA. ¡Tiene gracia lo seguro que estáis de vosotros mismos!

Para que las obras de arte se acerquen a la perfección y nazcan viables, es menester que se nutran antes largo tiempo en el cerebro y se trabajen con sosiego. No se me oculta que hay espíritus privilegiados a quienes basta poco tiempo para engendrar y producir frutos delicados; pero juzgo que ni aun a estos mismos les perjudicará un saludable retraso.

Como todos somos parientes continuó de cerca o de lejos, nos tratamos como tales; y ni porque se te acerquen mucho para hablarte, ni porque hagan alusiones picarescas, y siempre llenas de gracia, a la hermosura de tus hombros, a lo torneado de lo poco, poquísimo de pantorrilla que te hayan visto al bajarte del coche; por nada de eso, ni aun por algo más, con tal que no sea mucho, debes asustarte, ni escandalizarte, ni darte por ofendida.

Con sus parangs, que son unos machetes muy pesados y cortantes, pueden hacerlo facilísimamente. ¡La caída que daríamos sería buena! Mortal, señor Cornelio. Salgamos dijo el Capitán . No hay que dejar que se acerquen. Salieron del interior de la choza y se asomaron a la barandilla de bambú del corredor, desde donde podían distinguir todos los alrededores.