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Actualizado: 3 de junio de 2025


Cuando te encontré, venía de allí... venía de verla y conversar con ella... , esta noche, en casa de Charito González, no hace media hora, tuve el mismo vértigo, me envolvió la misma llamarada. Y ahora ya no soy dueño de , todo lo que me pasa y todo lo que hago viene como arrastrándome y como aplastándome. Se cubrió Muñoz la cabeza con las manos abiertas, los codos sobre la mesa, y suspiró.

Si usted me hubiese escuchado hasta el fin, prosiguió ella, nos habríamos ahorrado esta interrupción tan desagradable. Déjelas conversar allí, mientras no solucionemos el asunto. Me es horriblemente penoso tener que emplear tantos argumentos.

¡Pero, si usted se fue a conversar con don Melchor!... Le digo por broma, Baldomero; si yo prefiero la leche. ¿Y al fin?... ¿Nos vamos a pasar aquí la mañana? ¡Cuando quieran!... ¿Van a ir a caballo? preguntó Melchor. Si hemos de ir hasta lo de Anastasio, prefiero el coche. No, Lorenzo, iremos otro día; vamos a dar una vuelta por el campo, no más.

Seamos serios: están organizando una partida, vamos, a reunimos a nuestros amigos, salvo que usted no prefiera... Yo no prefiero nada al placer de seguirla a usted, de verla, de oírla... Martholl transportó sillas de tijera y se instalaron a fin de poder conversar mirando el juego.

La anciana se fue a la cocina para traer vasos, y aprovechando esta circunstancia, Reginaldo se puso de pie, cerró rápidamente la puerta, y, volviéndose a Hales, le dijo en voz baja: Queremos conversar reservadamente con usted unos cinco minutos. ¿Reconoce usted ésto? añadió, sacando la fotografía y poniéndosela por delante al anciano. ¡Es mi casa! exclamó sorprendido. ¿Pero qué hay con eso?

¿Le enojaré, señor Belarmino dijo al despedirse si vengo por las tardes, de vez en cuando, a conversar un rato con usted? Tendré un gran espasmódico respondió Belarmino, impasible. Escobar no sabía qué decidir. Aquel gran espasmódico que Belarmino iba a tener, caso que Escobar viniese de visita, ¿en qué consistiría? ¿Le recibiría bien, o le despediría con cajas destempladas? Volvió a probar.

Terminado el trabajo, a eso de las cinco, nada de tertulia en la botica, nada de oir tocar a la señorita Fernández. A mi casita, a mi pobre casita, que me parecía un alcázar. Si acaso, y eso de cuando en cuando, a visitar al dómine o a charlar con Andrés. Los domingos, de vuelta de misa, a conversar con las tías y con Angelina, a leer, a escribir.... Por la tarde al patio.

Este periódico se publica para conversar una vez al mes, como buenos amigos, con los caballeros de mañana, y con las madres de mañana; para contarles a las niñas cuentos lindos con que entretener a sus visitas y jugar con sus muñecas; y para decirles a los niños lo que deben saber para ser de veras hombres.

El, periódico lo arreglaría todo. ¡Ay del que se rebelara contra las reclamaciones de la prensa! En el estanquillo de doña Rafaela, de la calle de San Florencio, donde se reunían algunas honradas matronas de la vecindad con las cuales gustaba conversar algún rato, entregado a los palillos, también le hablaron del Faro. Allí se fijaban preferentemente en el folletín.

Pues ese señor está malo, mu malo, y pasa las noches rabiando, y hasta que es de día no descansa. Ya ve Vd., ¡me bajo yo el arrapiezo que no alborote!... Si quiusté algún recao... No había contado con aquello. Hablar al padre del hombre que la engañó, no era humillación: conversar con Engracia, le parecía insufrible martirio.

Palabra del Dia

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