United States or Paraguay ? Vote for the TOP Country of the Week !


Así, pues, apenas vio entrar a Beatriz: ¡Me parece, amiguita le dijo , que prolongas mucho tus lecciones con el señor Fabrice!... He tenido tiempo de leer casi la mitad de mi diario... me están llorando los ojos... ¡Vaya! ¡toma! estaba en la gacetilla... pero no, prefiero el folletín... veamos qué sucede al cabo a esa divertida duquesa... a quien el autor hace hablar como a una lavandera... ¡Bueno! ¡Vayamos, lee! ¡Principia!

Pocas veces se permitía Ana manifestar deseos, gustos o repugnancias, y menos estas, tratándose de los gustos y predilecciones de sus tías; pero una noche no pudo menos de expresar su opinión al volver sola de la tertulia íntima de Vegallana. ¿Te has divertido mucho? preguntó doña Anuncia, que se había quedado en el comedor, junto a la gran chimenea, leyendo el folletín de Las Novedades.

La novela era su pasión: en el folletín del periódico de su marido, publicó una que éste, aunque enemigo de prodigar elogios, calificaba de piramidal. Yo leí tres hojas, y confieso que no me pareció muy católica. También escribió otra que ella llamaba eminentemente moral. No quise moralizarme leyéndola, y regalé el ejemplar á mi criado, el cual lo traspasó á no quién.

D. Julián entró con un libro en la mano, que no era el Diario, ni el Mayor, ni el Copiador de cartas, sino lisamente el folletín de La Correspondencia, que acostumbraba a recortar con gran esmero y luego cosía. Aunque parezca raro, D. Julián era aficionado a las novelas; pero no leía más que las de La Correspondencia, las piadosas que regalaban a su hija en el colegio.

El señor Somoza expuso latamente varias vulgaridades relativas a la renovación del aire, a la calefacción, aeroterapia y demás asuntos de folletín semicientífico. Después volvió a la desgracia de aquella casa. ¡Cuatro hijas y dos ya monjas! Esto es absurdo. No, señor; absurdo no, porque son ellas las que libremente escogen.... ¡Libremente! ¡libremente!

El folletín estaba a cargo de don Rufo, que hacía año y medio que estudiaba el francés sin maestro, por el método Ollendorf. Se resolvió a traducir, para el periódico, Los misterios de París, obra en seis tomos. Excusado es decir que El Faro de Sarrió, a pesar de vivir algunos años, nunca pudo llegar al tomo tercero. Don Rufo era un traductor notable.

Así que, sin advertir que con ello dejaba firme la burla, respondió con un sin fin de denuestos; de aquí pasó á las reprensiones, á las censuras, después á las consideraciones y por último á los consejos. En un cuarto de hora no cerró la boca. Velázquez la escuchó con la suya abierta, muy atento y admirado, porque Paca hablaba tan bien ó mejor que cualquier folletín de los que había leído.

El uno insinúa: «Podría ser»; el otro añade: «Se dice»; un tercero agrega: «Ocurrió asi», y el último asegura: «Lo he visto....» De este modo se va formando la historia, que es el folletín de las personas serias. Según la gente de mi pueblo, la indolencia mía ha sido de esas extraordinarias: borrascas, tempestades, rayos, truenos, nada ha logrado sacarme de mi pasividad habitual.

Esto ocurría el 73, y de aquella época datan los opúsculos políticos de actualidad que publicó el clerizonte en el folletín, y de los cuales hizo tiraditas aparte; bobadas escritas en estilo bíblico, y que tuvieron, aunque parezca mentira, sus días de éxito. Como que se vendían bien, y sacaron á su endiablado autor de más de un apuro.

También la novela dió en distintos períodos de su vida una floración de libros que tuvieron por héroes á bandidos «simpáticos» ó tenebrosos y á policías «providenciales», y á nadie se le ocurre decretar por ello la supresión de dicho género literario. Al lado de la novela psicológica y de observación directa existirá siempre la novela de folletín. Y lo mismo puede decirse del teatro.