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Actualizado: 3 de junio de 2025


Pero al conversar, don Fermín no tenía inconveniente en mirar a las mujeres; miraba también a la Regenta, porque entonces sus ojos no eran más que un modo de puntuación de las palabras; allí no había sentimiento, no había más que inteligencia y ortografía. En silencio y cara a cara era como él no miraba a las señoras si había testigos.

10 Y éstos también sean antes probados; y así ministren, si fueren irreprensibles. 11 Las mujeres asimismo honestas, no detractoras; templadas, fieles en todo. 15 y si no fuere tan presto, para que sepas cómo convenga conversar en la Casa de Dios, que es la Iglesia del Dios viviente, columna y base de La verdad.

Iba la Regenta al cuarto de su marido con ánimo de conversar, si estaba despierto, de hablarle de la misa del gallo, sentada a su lado, sobre el lecho.

Así se explicaba María Antonia que D. Jacinto, severamente, sin amor y en cumplimiento de deberes impuestos por su nobleza, se hubiese al fin casado. Esto discurría para disculpar a su amigo, pero se afligía de no verle, de no conversar con él y de la soledad y del abandono en que la había dejado.

Yo puedo decir que una de mis mayores satisfacciones literarias la tuve hace dos años, estando en California, al conversar con un japonés que había viajado por toda Asia. Este hombre me habló de una de mis novelas, contándome su «argumento» del principio al desenlace para convencerme de que la conocía bien.

Mientras la joven disponía las flores, fiados en que las tías no podían escucharnos y en que señora Juana había salido, hablábamos de nuestro amor. Las misas de aguinaldo nos dieron ocasión de conversar muy a gusto. Salíamos: tía Pepa nos dejaba atrás, yo daba el brazo a la doncella, y desde la casa hasta la iglesia charlábamos que era una gloria.

Muy halagüeño es sin duda, despues de domado el ímpetu de las pasiones, vivir lejos del bullicio de la capital, conversar con Dios en medio de esa agreste soledad, solazarse inocentemente á la orilla de ese rio, sorprendiendo entre las espumosas ondas que se quiebran en los peñascales á los incautos pececillos... Pero ¿y si llega un dia en que un rey poderoso decrete la persecucion y el esterminio de todos los cenobitas?... Pues ese temido instante llega en efecto.

Además, me desolaría ver nacer motivos de discordia entre ustedes dos, y por esto es por lo que quiero prevenirlos... Volveremos a conversar sobre este asunto, se lo prometo. En este momento, voy a comunicarle mis proyectos; espero que le agradarán: inmediatamente de nuestro casamiento, partiremos para Florencia; es una ciudad interesante que no le disgustará conocer.

El baile de Aida no dura más que cinco minutos y ellos sólo iban al teatro por esos cinco minutos; de manera que les importaba gozarlos religiosa y respetuosamente; pues existe esta particularidad en ciertos abonados a la Opera, que charlan como loros cuando deberían callar y escuchar, y por el contrario observan un admirable silencio cuando les sería permitido conversar mirando.

No sabemos si era en la boca o en la garganta o en la región de las fosas nasales, donde el señor de la Riva tenía a bien machacar y atormentar las palabras; lo cierto es que salían casi siempre transformadas en sonidos obscuros, huecos, caóticos, completamente ininteligibles. Particularmente después de comer, se hacía imposible conversar con él.

Palabra del Dia

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