Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 28 de mayo de 2025


Tres disparos de carabina partieron a la vez; el hábito azul del reverendo flotó un instante, y después ya no se vio nada, nada... ni caballos, ni hombres, ni fraile... nada más que olas espumosas que habían invadido ya la primera rampa del sendero e iban a estrellarse con gran estrépito contra la segunda. Sólo el gitano se había salvado.

No , no ... Demasiados pensamientos me asaltaban, y querían salir a un tiempo, pero una idea me preocupaba sobre todas las demás: «Si hablo va a retirar su manoEl velo de niebla se iba evaporando ya, y cuando el lago aparecía, las olas espumosas que se alzaban y se deshacían en seguida, producían la misma impresión que dejan las ascensiones rápidas, aturdidoras.

No, no encuentro aquí una porcion de yerbas silvestres, donde dejar por un momento el fardo de mis inquietudes y de mis penas, y respirar al menos una hora al aire libre, al aire del campo. ¡Qué bellas me parecen las cercanías de Tíboli! ¡Qué bellas me parecen, tambien las laderas rojas de mi Andalucía; que ven impasibles estrellarse á sus piés las olas espumosas del Océano Atlántico!

Así, alguna de estas olas se nos figura que suben arteramente, buscando el camino estrecho y tortuoso, como una guerrilla intrépida, y ya desde la cumbre de un peñascal bajan en una rápida fuga. Frayburu, negro, en medio de las aguas espumosas, parece una representación del orgullo y de la fuerza de la tierra frente a las iras del mar.

Acorté el paso, levanté los ojos de las espumosas aguas que corren aprisionadas en el bambán, y la curiosidad hizo me fijara en el grupo, llamando mi atención una bandeja llevada en manos de una dalaga. Los seguí, y al ver entraban en una casa, interrogué á uno de los acompañantes quien me dijo iban á tener un hatiran.

Las aguas del Salia, mugientes y espumosas, aplacieron su cantar valiente en una mansedumbre de homenaje, como diciéndole «un escucho» de amor a la mañana. En los surcos floridos de la vega, también las mansas arroyadas le contaron una dulce querella a la luz gloriosa que nacía. Y toda la tierra fué aromas, y todo el aire armonías, y toda la vida resurrección y victoria....

Abandonaron la carretera en Bellasvistas, y anduvieron por un camino hondo, entre tejares y tapias de huerta, junto a las cuales pasaban, espumosas y susurrantes, las aguas de un canal. Comenzaba a anochecer. El cielo era de color violeta; las lomas obscuras que cerraban el horizonte hacían resaltar sobre una faja de oro mortecino los negros bullones de la arboleda de sus cimas.

La mar agitada formaba esas enormes olas, que gradualmente, se «hinchan, vacilan y revientan mugientes y espumosas», según la expresión de Goethe, cuando las compara en su Torcuato Tasso con la ira en el pecho del hombre.

Parecía inmóvil, a pesar de que dos cuchillos de espuma rebullían a lo largo de su proa. «¡Adiós! ¡Buen viaje!», gritaba en varios idiomas la muchedumbre agrupada en las bordas... Y el velero fue empequeñeciéndose, como si marchase hacia atrás, saludando con violentos cabeceos las arrugas espumosas que enviaba a su encuentro el invisible volteo de las hélices.

La escondida playa de la Isla le vino de pronto a la memoria con su arena de oro y sus olas espumosas derramándose sobre ella. Un gran remordimiento, un remordimiento vivo y cruel empezó a entrar en su inocente corazón como la hoja fina de un puñal, produciéndole tal dolor que dejó escapar un grito ahogado que nadie escuchó más que ella misma.

Palabra del Dia

primorosos

Otros Mirando