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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Yo recuerdo haber visto cierto día una rama de sauce desgajada del tronco por la tempestad de la noche, flotando a la mañana sobre las aguas desbordadas del Saone. Un ruiseñor hembra empollaba todavía en su nido flotante, mientras el macho revoloteaba sobre las aguas espumosas que pretendían tragarse aquella dulce mansión de amor.

Me parecía oír, mezclado con el ruido de las espumosas aguas, la voz de Teobaldo que me anunciaba el castigo y mi eterna condenación... y, sobrecogida de espanto, me resignaba a sufrir un suplicio más largo y más cruel...

Llegado á estos parajes que fueron antes dominios del mar, el río, gradualmente contenido, se extiende cada vez más y se hace menos profundo. Por fin, se aproxima al mar, y sus aguas dulces, resbalando tranquilas, van á chocar contra las ondas espumosas de agua salada que se agitan con estruendo continuo.

No era de flores, sino de blanca tela o hilos de plata; una mano hábil había plegado el raso blanco, los encajes blancos, los tules blancos, figurando con ellos níveos pétalos y hojas espumosas.

Una tarde lluviosa, Ulises, al volver al buque, dió orden de que buscasen al segundo, mientras sacudía su impermeable en la entrada de las cámaras. La rada estaba obscura, con olas espumosas, cortas y gruesas, que saltaban como carneros. Los acorazados echaban humo por sus triples chimeneas, prontos á hacer frente al mal tiempo con las máquinas encendidas.

En el puerto vieron multitud de barcas y botes, y anclado á buena distancia un buque de gran tamaño que se balanceaba sobre las espumosas olas. ¡Dios sea loado! exclamó el barón. Nuestros amigos de Southampton han cumplido su promesa y allí el galeón pintado de amarillo que nos describían y ofrecían enviarnos á Lepe en sus últimas cartas. Amarillo canario, dijo Roger.

Muy halagüeño es sin duda, despues de domado el ímpetu de las pasiones, vivir lejos del bullicio de la capital, conversar con Dios en medio de esa agreste soledad, solazarse inocentemente á la orilla de ese rio, sorprendiendo entre las espumosas ondas que se quiebran en los peñascales á los incautos pececillos... Pero ¿y si llega un dia en que un rey poderoso decrete la persecucion y el esterminio de todos los cenobitas?... Pues ese temido instante llega en efecto.

La confluencia formada por estos rios es acaso, de todos los puntos de la provincia, el mas peligroso para los navegantes; pues chócanse en él ámbas corrientes con suma violencia, levantando marejadas espumosas y formando remolinos, donde se hunden las endebles canoas: todos los años hay numerosos ejemplos de semejantes fracasos.

Cae la inmensa cascada en numerosos raudales cual los niveos cendales de una vírgen desposada. Y aquella masa agitada de cortinas espumosas que se pierden rumorosas en el fondo del abismo, semejan el eco mismo de una conciencia irritada. El ambiente, saturado de mil líquidos vapores, llena de frescos olores aquel lugar retirado.

La luz ya podía espaciarse libremente sobre su llanura húmeda corriendo leguas y leguas en un segundo, lanzando sus llamaradas a los últimos confines del horizonte o recogiéndolas de pronto en haz resplandeciente; ya podía jugar sobre las crestas espumosas de sus olas o besar tímidamente el espejo diáfano de las aguas o salpicarlo con menudo polvo de plata o dejarse caer desmayada con lánguido y voluptuoso estremecimiento que se perdía entre los pliegues de las olas.

Palabra del Dia

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