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Actualizado: 5 de junio de 2025
Simón Princetot no me ha hecho confidencia alguna... Mis palabras no tienen otro motivo que el vivísimo y simpático interés que siento por usted, señora mía... Volvamos ahora a sus escrúpulos. En realidad, si duda usted y vacila en seguir su propia inclinación, no es sino por el temor de lo que han de decir las gentes... Camila convino en ello con toda franqueza.
Apenas me escucháis dijo . ¿Qué tenéis? Nada. ¿Habéis llorado? Puede ser. ¿No soy vuestro viejo amigo, para recibir la confidencia de vuestras penas? Yo no tengo penas... No sé lo que tengo... Tomole con firmeza las dos manos acercándose más y mirándola fijamente. ¡Pobre hija mía! dijo a media voz , ¡si supieseis cuánto os amo!
Gracias a su carácter bondadoso, alegre y simpático, más que a su aplicación, terminó el joven marqués de Peñalta la carrera. En el colegio todo el mundo le quería, lo mismo alumnos que profesores. Era uno de esos muchachos francos y entrañables con los cuales es difícil reñir, y que todos buscamos para depositar alguna misteriosa confidencia del corazón en los amargos trances de la vida.
Lo más que puedes hacer es diferir por dos o tres días la confidencia que querías hacerme ahora. Necesito estar solo. ¡Es posible que no seas feliz tú, Amaury, con un apellido ilustre y una fortuna que nada tiene que envidiar a las primeras de Francia! ¡Se puede ser desgraciado siendo conde de Leoville y poseyendo cien mil francos de renta!
Pues bien, hace un momento, me ha dicho mi padre, después de hablar conmigo de los pequeños incidentes del día: También he visto a Máximo. ¿No le encuentras un aspecto triste y preocupado? Me ha chocado como a ti; no sé qué tiene. Es desgraciado y le he arrancado la confidencia de sus disgustos. Figúrate que el pobre muchacho está inundado de denuncias anónimas contra Luciana.
Si ella supiese algo, yo la perdería para siempre. No tendría más esa confianza, ese abandono, que tiene cuando me habla; nuestras relaciones se harían tirantes, cesarían probablemente... ¡Jaime, te ruego, puesto que me has arrancado esta confidencia, que guardes el secreto! Te lo prometo. Pero ¿no sería mejor que yo hablase? ¡Me perderías! ¡No, no! cállate, ¡por favor!
Juan la contempla sorprendido, hasta el punto de que, sólo después de un largo silencio, pronuncia lentamente estas palabras: ¿Los días le parecen largos?... ¿qué me dice usted?... ¿no está aquí el que usted quiere? Ahora sí... dijo la joven. Pero en seguida, con aire grave, añadió: Juan, tengo una importante confidencia que hacerle.
Se supo, también, que, al final de esta memorable confidencia, había sido llamada Narcisa, y que después de escuchar, con mal contenida impaciencia, las admoniciones de su hermano, más autoritarias que suplicantes, salió diciendo, evasivamente y con saña: Cásate con ella y te la llevas a navegar; mientras tanto, mamá dispone al fin de su herencia, que ya es hora, y paga lo que debe y salimos a flote.... Eso es lo mejor que podías hacer; ya que tanto te interesa la chica, a la vez que la sacas de penas, nos sacas a todos.... Tú que eres el mayor y el preferido, debes ayudar a tu madre....
Sobre las consecuencias de esta confidencia y sobre las ideas nuevas, que ha hecho nacer en mí, te abriré sinceramente mi corazón y pronto te hablaré con el abandono sin reservas a que me da derecho nuestra fraternal amistad.
Después de la confidencia, se quedó Rita llena de inquietud y de pena. Movía la cabeza de arriba a abajo con una expresiva manifestación de asombro desconsolado, como diciendo: ¡Válgame Dios!... ¡Válgame Dios!... Mientras tanto el médico se paseaba, con los brazos cruzados sobre el pecho y los ojos errantes en las pálidas flores de la alfombra....
Palabra del Dia
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