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Actualizado: 5 de junio de 2025


Por esta confidencia, con frecuencia renovada, mido yo toda la extensión de la belleza de la instalación y... la del sacrificio realizado por la abuela, pues las rentas, según ella, están hechas para ser economizadas y no para ser gastadas...

PANTOJA. A marcarle sus caminos, a señalarle fines elevados... EVARISTA. Derecho que implica deberes inexcusables... PANTOJA. ¡Oh! ¡Cuánto agradezco a usted que así lo reconozca, amiga del alma! ¡Yo temía que mi confidencia de anoche, historia funesta que ennegrece los mejores años de mi vida, me haría perder su estimación! EVARISTA. No, amigo mío.

Salvador chocó, no «los cinco», sino «los diez», tendiendo las dos manos al marino con muda gratitud. Había atendido a la última parte de aquella franca confidencia con una inquietante perplejidad, sumiéndose en temores agrios y mordientes, con la conciencia alterada por la zozobra cruel de haber abandonado a Carmen en medio de los peligros siniestros de la casona de Rucanto.

Huyó de allí, volviendo al paseo, donde se encontró con Fernando, que caminaba solo. Isidro vio reflejarse en sus ojos una alegría interior. Marchan bien los negocios, según parece. La conferencia de esta mañana ha dado buen resultado... Caminemos un poco... cuénteme usted. Pero Ojeda, para desviar la conversación, evitando la solicitada confidencia, aminoró el paso y dio con el codo a su amigo.

Ante aquella íntima confidencia, que era un verdadero desahogo, yo creía conveniente guardar silencio. No tenía palabras para consolar a mi tío con razones completamente contrarias a mis sentimientos y prefería callar, aun corriendo el riesgo de acatar todo aquel amargo y tardío arrepentimiento.

Excúseme usted si le interrumpo exclamó la vizcondesa , pero puedo dar a usted garantías a este respecto... Ayer mismo he visto a Beatriz, y como la conversación recayese sobre su regreso de usted, me dijo aquélla que, después de haber pensado mucho, había resuelto no hacer jamás aquella confidencia a su marido, porque consideraba que eso sería, de una parte, turbar gratuitamente su reposo, y, por la otra, faltar a la delicadeza por lo que a usted se refiere.

Veía la falda de la sierra cuajada de casas de campo, retiros deleitosos donde los caballeros árabes iban con las bellas de la ciudad a celebrar sus orgías. Vínome a la memoria cierta confidencia de un escritor del tiempo del califato, acaso la única que exista de este género en su literatura.

Dijo esto último con tal intención, que Fortunata, cuya ansiedad crecía sin saber por qué, vio tras el sabes una cosa una confidencia de extraordinaria gravedad. ¿Qué? Que te quemas. ¿Cómo que me quemo? Nada, mujer, que te quemas, que le tienes muy cerca. Te gustan las cosas claras, ¿verdad?, pues allá va. Volvió de Valencia muy bueno y muy enamoradito de ti.

¡Mis confidencias, señora! No puedo comprenderla. A excepción de la señorita de Porhoet, nadie en el castillo ha recibido de , ni la sombra de una confidencia. ¡Ay! respondió quiero creerlo... lo creo... pero no es bastante. En el mismo instante entró la señorita Helouin, y todo quedó concluído.

Un día le leyó la cartilla en estos términos: «Puedes salir; no eres una chiquilla y ya sabes lo que haces. Yo creo que no nos darás ningún disgusto, y que has de mirar por el decoro de la familia lo mismo que miro yo. La dignidad, hija, la dignidad es lo primero». Pero doña Lupe empezaba a hacérsele horriblemente antipática, y por nada del mundo le habría hecho una confidencia.

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