Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de junio de 2025
Pon atención a lo que le diga y haz cuenta de que te lo digo a ti. Habla tú con tu hermano y procura contestarme con palabras dirigidas a él...». »Teníamos además mil señales. Tú eras tan buena que te conformaste con tu papel. Ojalá no hubieras sido tan condescendiente.
Un momento después, sin embargo, pareció que los fantasmas fueran de naturaleza más condescendiente que lo que pretendía el señor Macey, porque de pronto se vio la figura pálida y flaca de Silas Marner. De pie entre la luz cálida de la pieza, no profería palabra, pero giraba por la asamblea la mirada de sus ojos extraños y sobrenaturales.
No he podido comprender si ella se ha manifestado condescendiente por sacarme de apuros o si ve alguna razón de conveniencia particular: yo procuraré estudiar este asunto con detenimiento.
Porque esos dos tienen una lengua muy mala. ¡Dios nos libre de ella! repuso la solterona sonriendo también con alegría maliciosa, mirando al mismo tiempo a la joven con la benevolencia condescendiente con que se mira a las criaturas inocentes. Pero ¿quién suponen que es su madre? ¿Quién ha de ser? Amalia... ¡Silencio! dijo apresuradamente, bajando más la voz. Quedó estupefacta.
¿Y me prometes ser buena siempre? Sí, le prometía ser buena siempre. ¿Nunca más escaparte? Nunca. Bueno dijo con tono cariñoso y condescendiente; pues si prometes ser buena y formal, y no se lo dices a la señorita, y me das además todo eso que dices, entonces... entonces... ¡arrea, chico! En un instante le alzó la ropa y comenzó a azotarla despiadadamente, riendo como una loca del engaño.
Imaginaba que Echeloría había de llorar por él y había de decir a Salomón, con todo miramiento y finura, que no le amaba porque amaba a otro; y daba por cierto que Salomón, que era benigno con las mujeres, y tan galante y condescendiente que las consentía tener ídolos de la tierra de cada una de ellas no debía de ser feroz con Echeloría, sino que, no bien supiese que su ídolo era Mutileder, había de ceder en sus pretensiones.
Los vehementes deseos de volverse a ver después de separarse, la sensación de grata sorpresa al encontrarse de nuevo, las pueriles tristezas y las misteriosas alegrías, síntomas de esa enfermedad del alma que llaman amor, todo lo fueron sucesivamente experimentando los dos jóvenes, sin que ni una sola circunstancia escapara a la escrutadora mirada, del doctor, quien en más de una ocasión había parecido como que se arrepentía de haber sido condescendiente con Amaury, cuando ocurrió la escena que queda relatada.
Mientras hacía resbalar el rollo sobre la pasta con más precaución que si se tratase de confeccionar un filtro mágico, no cesaba de hacer preguntas y dirigir observaciones de todo género a Marta acerca de la empanada que tenía entre manos. «¿Cuántos huevos había echado en la harina? ¿Qué cantidad de manteca? ¿Con quién había aprendido a hacer empanadas? ¿Cuánto tiempo necesitaba estar en el horno?, etc., etc.» Marta respondía lacónicamente y sin levantar la vista a todas las preguntas, dejando asomar a sus labios una vaga sonrisa de superioridad condescendiente.
D.ª Carolina volvió de nuevo su fisonomía condescendiente hacia Timoteo, dibujándose en ella otra dulce sonrisa. Sí, hija mía, sí. Es una cosa seria lo que tiene que decirte. Abre. Ni seria ni risueña: no quiero oír nada repuso Presentación. Que se vaya. D.ª Carolina sonrió nuevamente y apretó la mano del violinista.
Espió con paciencia algunos días la ocasión; se mostró más afable y condescendiente que nunca, y al cabo, cuando aquélla se le ofreció oportuna, dió fuego á la mecha y disparó el tremendo cañonazo con que esperaba amedrentar al enemigo y alcanzar de nuevo la cumbre del poder. Era día de toros.
Palabra del Dia
Otros Mirando