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Desde el umbral de la puerta se volvió a sonreirles, segura de que ellos estaban mirándola, en espera de aquella gracia suya. Reinó en el salón un breve silencio, y, con otro suspiro doliente, murmuró don Manuel: Por ella, por ella lo siento, sobre todo. Por Dios, deseche usted esa idea.... Pero él, obediente a su pensamiento, concluyó: Y por ti también, Salvador.

Creo lo mismo que usted concluyó animosamente . Yo removeré la tierra y abriré canales, sin abrir por eso mi tumba... Mi sepultura está en Europa. Pero ¡quién sabe las cosas que nos aguardan antes de morir en este país al que vamos llegando! Después de media noche, se retiraron los dos amigos a sus camarotes. Había disminuido la gente en las cubiertas y salones.

, ese día, todo la irritaba en él: su levita impecable, sus cabellos admirablemente brillantes, su cara de placidez, reflejando la íntima satisfacción de mismo. Pero, después de dar libre curso, durante algunos instantes a su irritación, concluyó por pensar que quizá no era razonable de su parte ensañarse así con su novio.

Yo escuchaba con afectada atención, pero el severo D. Oscar comenzó a dar señales de impaciencia y concluyó por decir: Bueno, doña Tula; ya le irá usted dando esas noticias poco a poco, pues de una vez todas no es fácil que las retenga. Verdad, don Oscar, verdad. Tiene usted mucha razón. ¡Como soy tan polvorilla!... Lo mismo era mi difunto.

Estábase de rodillas y en cruz una hora seguida; cuando empezaba á contar los éxtasis que le daban y las visiones que tenía, era el cuento de las cabras de Sancho. El esposo pedía á Dios que le librara de aquel infierno vivo. Doña Clara no amaba á su hija ni á su esposo, y éste que la había amado mucho, concluyó por aborrecerla.

En fin, concluyó por resolver que él era un bárbaro incapaz de sacramentos ni de entender los misterios adorables que puede encerrar un corazón consagrado a Dios, y María una santa que le había sufrido con demasiada paciencia.

Antoñico no cejaba en sus demandas ni la joven en sus negativas. Mas al fin éstas fueron desmayando y la bella concluyó por quedarse inmóvil con los ojos extáticos, mientras el galán seguía murmurándole al oído sus deseos. Soledad se pasó entrambas manos por el rostro y, con súbito ademán, sacó una llave del bolsillo y se la entregó. Al mismo tiempo dió la vuelta y se retiró de la ventana.

Pepa se enfadaba o fingía enfadarse, le daba pellizcos feroces, le llamaba hipócrita, coquetón, desvergonzado. Concluyó por decir: Todo eso que me dices es una farsa tuya. Si fuese verdad me alegraría, porque así tendría cierta influencia contigo para hacerte un buen marido.

Permíteme que te lo diga, Velázquez... No eres un hombre regular ni decente... Con mi hija te has portado peor que un gitano... Yo soy así, ¿me entiendes?... Digo las cosas á la cara... Al pan pan y al vino vino... y al que es un falso traidor le digo que es un sinvergüenza... ¡Ea, ya está! ¿Qué hay?... Colocado en este terreno dramático, el viejo tendero concluyó por desafiarle.

Gran hombre; pero yo pensaba: 'No te valen tus filosofías; en buena te has metido, y ya verás la que te tenemos armada'. Habló después Castelar. ¡Qué discursazo!, ¡qué valor de hombre!, ¡cómo se crecía! Parecíame que tocaba al techo. Cuando concluyó: 'A votar, a votar...». Jacinta volvió a salir sin decir nada.