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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Y me contó el episodio del día. ¡Cuando yo decía que es una joven deliciosa! exclamé. Lacante arrugó la nariz y movió maliciosamente la cabeza. Sí, sí dijo, deliciosa y dócil... Se ha comido animosamente su chuleta... pero... no ha tomado postre. ¿Qué dice usted de esto?... No he querido contrariarla y he hecho como que no lo observaba... Pero lo he visto y comprendido perfectamente.
Que piense lo que quiera concluyó Margarita animosamente , que me desprecie. Yo estoy aquí; donde debo estar. Necesito su perdón; y si no me perdona lo mismo seguiré á su lado... Hay momentos en que deseo que no recobre la vista. Así, me necesitaría siempre, podría pasar toda mí existencia á su lado sacrificándome por él... ¿Y yo? dijo Desnoyers.
¡Vaya, pasearos! dijo animosamente la ruda Nicanora. Deciros algo: hablad sin miedo. Aquí estoy yo para avisar si algo ocurre. Y poco á poco fué quedándose rezagada, dejando que los novios anduviesen lentamente, la vista en el suelo, con el atolondramiento del que ha pensado muchas cosas para decirlas y no sabe cómo empezar.
En su sección, que sólo se componía de unas docenas de soldados, los había superiores á él por la inteligencia, por sus estudios, por su carácter. Y todos sobrellevaban animosamente la ruda prueba, experimentando la satisfacción del deber cumplido. Además, el peligro en común servía para desarrollar las más nobles virtudes de los hombres.
La cabellera amontonada con gracioso descuido, los zapatos blancos algo usados, la blusa modesta de confección casera, la falta total de alhajas, daban a su figura un aspecto de pobreza sufrida animosamente, de incertidumbre bohemia sobrellevada con resignación. Usted que conoce aquí a todo el mundo preguntó Ojeda : ¿quién es?
Maltrana, al despertar, veía a Feli ante un montón de corsés, cosiendo animosamente. Inclinaba el rostro, enjuto por la debilidad, y seguía la marcha de la aguja con sus ojos profundos y melancólicos, única belleza que aún se mantenía intacta en ella. Isidro, al volver a su casa a altas horas de la noche, tenía que hacer grandes esfuerzos para que se acostase.
Todos iban huyendo, si no por unos turcos principales que los hicieron volver á cuchilladas, diciéndoles la poca gente de que huían, porque aún no habían llegado todos los que habían salido al efeto; y de los que entraron, hobo algunos que por embarazarse á robar, dieron lugar á que los enemigos se rehiciesen y degollasen muchos de los nuestros, los que mejor habían peleado y más se habían adelantado siguiendo los enemigos, y así ellos, al retirarse, que se retiraron los nuestros, los siguieron animosamente hasta meterlos en el fuerte, donde quedaron muchos turcos muertos á la marina, junto al muro del caballero Gonzaga.
Sin embargo, pusieron animosamente manos á la obra de reconocer el inmenso hacinamiento. Trabajaron cuatro días con cuatro noches, y cuando llegaron con los azadones al techo de la primera casa, oyeron cánticos que se respondían unos á otros. Eran las voces de los amigos cuya perdición se consideraba segura.
Las carretas de transportar tierra y cal eran más bastas y las movía un forzudo percherón, cuyos jaeces adornaban flecos de lana roja. Al ir de vacío rodaban con cierta dejadez, y al volver cargados, el conductor manejaba la fusta, el caballo trotaba animosamente y repiqueteaban las campanillas de la frontalera.
23 Sus ganados, y su hacienda y todas sus bestias, serán nuestras; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros. 25 Y sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, los dos hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad animosamente, y mataron a todo varón.
Palabra del Dia
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