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Actualizado: 1 de junio de 2025
Quejóse de que se le subían á las barbas ciertos Adjetivos advenedizos, y concluyó diciendo que no le gustaban ciertas compañías, y que más le valia andar solo; de lo cual se rieron otros muchos Sustantivos fachendosos que no llevaban nunca menos de seis Adjetivos de servidumbre.
El tono de la madera de la cruz sirve de intermedio entre la negrura del fondo y el cuerpo modelado en claro, de tonos suavemente amarillentos, como inspirados en un marfil antiguo. La ejecución desde los extremos de las manos, hasta las puntas de los pies, es enérgica, pero al mismo tiempo, blanda y minuciosa. Nada hizo ni concluyó Velázquez con tanto esmero ni con igual delicadeza.
Aquel día empezó de los buenos y concluyó siendo de los peores. Por la mañana había cumplido admirablemente; estuvo muy suelta de lengua y de manos, haciendo garatusas y dando brincos en cuanto la señora le quitaba la vista de encima. Semejante fiebre era señal de próximos trastornos. En efecto, por la tarde dividió en dos la tapa de una sopera, y desde entonces todo fue un puro desastre.
Y como había leído muy claro en la última mirada de Juana a su marido, comprendiendo que estaba allí de más, concluyó con estas palabras: Conque, hijos míos: dicho lo dicho, me largo a mis quehaceres; pero conste que no me he mezclado en vuestros asuntos hasta que lo habéis solicitado, y no dudéis que aquí o dondequiera que la fortuna os coloque, no han de faltaros mis pobres oraciones ni mis deseos de que Dios, autor y dispensador de toda felicidad, os la dé tan cumplida como duradera.
Leopoldina hizo una mueca y replicó: Pues, entonces... ¿verde y con asa?... ¡Alcarraza! concluyó la duquesa. Y las dos se echaron a reír con inocente regocijo.
Vinieron los franceses. Sid'Omar fue al principio enemigo nuestro y aliado de Abd-el-Kader, pero concluyó por reñir con el emir y se sometió.
A proa de la fragata suena un cañonazo... ¡Las rompientes, las rompientes!... Todo concluyó: no hay más esperanza, va derecha a la costa... El capitán desciende a su camarote... Al cabo de un momento, ocupa nuevamente su puesto en la toldilla con uniforme de gala... Ha querido engalanarse para morir.
Concluyo aquí, dejando á la consideracion de los benévolos lectores, lo que yo no puedo decir sin estender demasiado este prefacio, poco necesario en las humildes coplas de un hijo del desierto. ¡Sea el público indulgente con él! Y acepte esta humilde produccion, que le dedicamos como que es nuestro mejor y mas antiguo amigo. La originalidad de un libro debe empezar en el prólogo.
Siento no estar en Manila en esta ocasión, dije cuando concluyó Enriqueta de darme aquellos pormenores. ¿Y por qué lo siente V.? me replicó aquella. Lo siento porque quizás cuando V. vuelva á Manila encontrará secas y mustias las flores, mientras que si yo estuviese allí las hallaría cual las dejó.
Concluyó por fin el banquete con vino blanco y bizcochos; y mientras el fraile y mis tíos se fueron á dormir la siesta y mis primas á vestirse para ir á vísperas, yo me largué al campo á tomar el aire, que buena falta me hacía.
Palabra del Dia
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