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Actualizado: 29 de noviembre de 2025
No; no, señor, he almorzado ya, y por cierto con buen apetito... y si no me encuentro al tío Manolillo que me animó... ¡Ah! ¿habéis almorzado con el tío Manolillo? Sí; sí, señor... el tío Manolillo iba que centelleaba tras la comedianta, tras la Dorotea... que iba con el sargento mayor don Juan de Guzmán y se metió con ella en casa de doña Ana de Acuña.
Sí; la hija de aquella Margarita que yo robé de su casa; la hija que me quitó un hombre una noche cuando iba á dejarla en la puerta de un convento, dejándome tres puñaladas, de las cuales estuve á la muerte; la hija de quien no volví á saber, hasta que la conocí siendo á la vez querida secreta de don Rodrigo Calderón y pública del duque de Lerma. En una palabra: la comedianta Dorotea.
Y es lástima, cuando se trata de la mujer más hermosa del ejercicio... perdonad, Mari Díaz, la más hermosa después de vos. Afortunadamente estoy aquí para daros las gracias, señor Ginés Saltillo dijo la comedianta sin poder dominar completamente su mortificación. ¿Y quién es él? No le conoce nadie. ¿Es forastero? Y altivo. ¡Aunque pobre!
Sin embargo... pudiera suceder... la comedianta no está en su casa. ¡Cómo! ¿os habéis metido en averiguar?... Sí, don Francisco, sí... he tenido celos... los tengo... no hace ni más ni menos tiempo que me conoce á mí don Juan, que el que hace que conoce á esa mujer, y sin embargo, yo soy su esposa y le amo; ¿tendrá algo de extraño que esa mujer, que le ama también, sea su amante?
Pues ve ahí la explicación de esos amores indignos con la comedianta... cuando sepa que tú... quieres ser su esposa... Su esposa... lo seré y pronto. ¡Ah, Clara mía! En el estado en que á vuestra majestad para salir de un compromiso imprevisto la han puesto las cosas, es necesario explicárselo todo; es necesario que esté prevenido por si el rey ha sospechado é insiste.
Yo me paro a pensar si todo esto será estudiado; si esta Pepita será una gran comedianta; pero sería tan perfecto el fingimiento y tan oculta la comedia, que me parece imposible. La misma naturaleza, pues, es la que guía y sirve de norma a esta mirada y a estos ojos.
¡He aquí que ese Cornejo, que ese miserable, ha deducido!... y bien, no importa... eso nada importa, afortunadamente... ¿el nombre de esa comedianta? dijo doña Clara yendo á una mesa, buscando un papel, y tomando una pluma. Dorotea dijo Montiño enteramente atortolado. Dorotea, ¿de qué? No tiene apellido. ¿Es amante de don Rodrigo Calderón? Sí, señora... pero ocultamente...
Y aquella cita fuera de la casa de la comedianta, entre ésta y el bastardo de Osuna, en que intervenía el tío Manolillo, asustaba á Quevedo. Por la primera vez de su vida procuró correr. No pudo; pero por la primera vez de su vida, á pesar de la defectuosa configuración de sus pies y de sus piernas, anduvo de prisa. La calle á donde se encaminaba estaba cerca de un extremo de Madrid.
En ninguna parte pudiérais sentir menos la espera. ¡Ah! las diez... conque hasta las doce. Quede con vosotros Dios. Y Quevedo salió. Toda esta escena, á pesar de que había sido un poco picante, había pasado delante de la negra y del lacayuelo. Servidnos los postres y marcháos á almorzar dijo Dorotea apenas salió Quevedo. Montiño y la comedianta quedaron al fin solos.
Créolo; como creo que agradecéis como una reina los cuidados. Perdonad, amigo Juan, si me dejo ver de vos desencuadernado dijo Quevedo saltando del lecho en paños menores ; hacedme la merced de echar esas cortinas, no se escandalize Dorotea. ¿Os levantáis? dijo la comedianta : me alegro, voy á mandar sahumar la alcoba. Pues dudo mucho... ¿Que?...
Palabra del Dia
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