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Pero si lo eres, ¿por qué has de negar la prosapia? Ni en el reino de Galicia ni en el principado de las Asturias hay un gallego más gallego que ... ¡Tío, cállese usté, que le falto al respeto! Frasquito estaba encendido y colérico que daba miedo á todos menos á su tío. Los circunstantes, temiendo algún paso desagradable, atajaron la disputa rogando al señor Rafael que no le exasperase.

Sobradamente lo conoció el religioso, y conoció también que no podría echar la uña á semejante diablejo, que impávido y ojo alerta le esperaba con la piedra calzada en la honda; por lo que descompuesto y colérico, gritóle en son de despedida. Adiós, hijo de un ladrón. Vaya su merced con Dios, Padre, respondió el angelito.

Me mortifica, me pone nervioso y colérico el ver que hay alguien que posee una parte de mi secreto. Ahora no pensemos más que en Currito Báez. Amigo, siento deseo irresistible, anhelo profundo de matar a un hombre. Yo también. ¿Cuándo le despachamos? Mañana por la noche se lo diré a usted. ¿Quiere usted que le ejercite un poco en la esgrima? Nada más oportuno. Vengan los floretes.

Si quisiera vérsele encendido, colérico, fuera de , no había más que traer alguna esencia en el pañuelo o la cabeza perfumada con algún aceite; así que llegaba a su nariz el malhadado perfume, ya se le subía la sangre a la cabeza, marchaba derecho hacia el culpable, y después de alborotarle los cabellos, le molía los cascos a coscorrones. «¡Corrompido!

La joven fue derecha al cuarto de su padre y se encerró en él durante largo rato. Nadie supo lo que pasó dentro. Los que a la puerta esperaban oyeron sollozos, frases confusas pronunciadas en tono colérico, ruido de sillas.

, querido, ; hablo de veras respondió la dama con la misma sonrisa triste y protectora. ¡Eso no puede ser!... ¡no puede ser! profirió él con energía, levantándose del asiento y mirándola colérico y espantado al mismo tiempo. Aquella mirada bastó para remover la soberbia de Clementina. ¡Vaya si puede ser! replicó en tonillo irónico que resultaba en aquella ocasión de una crueldad feroz.

Si sois vos quien me ha robado mi dinero dijo juntando sus manos suplicantes, y alzando la voz hasta gritar , devolvédmelo y os... daré una guinea. ¡Yo... robado su dinero! replicó Jacobo, colérico ; os voy a tirar este jarro a las narices si decís que soy... yo, el que ha robado vuestro dinero.

Otro joven, embozado hasta los ojos en su capa, estaba cerca de aquel grupo y se mantenía inmóvil y callado; pero cuando se trató de las dotes físicas, dio colérico con el pie un golpe en el suelo. No lo dudo, sir John respondió el vizconde. ¡Qué ojos tan árabes! añadió el joven don Celestino Armonía . ¡Qué cintura tan esbelta!

Don Pedro el catedrático siguió visitando la casa de doña Cristina, aunque con menos asiduidad. Tenía el gesto resignado y fríamente colérico del hombre que cree haber llegado demasiado tarde y está convencido de que su desgracia es obra de su descuido... ¡Si él hubiese hablado antes! La certeza de su importancia no le permitía dudar que la joven le habría aceptado con júbilo.

Julio perecía siempre un niño colérico y misántropo que había sentado plaza de enfermo incurable, y Narcisa pasaba por discreta y, altiva, mediante la solemnidad de su empaque y el orgullo con que se amigaba sin intimidad y con reservas sólo con dos o tres señoritas de las ilustres familias comarcanas.... Habían pasado años de terrible escasez en la casona.