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Fija bien en ella tu vista, cruel anciano. ¿Qué descubres entre las copas de la arboleda? ¡Oh intenso y bárbaro placer! Son los cadáveres de Emila y Jeremías, tostados y desecados por el sol de otoño, con sus cortadas cabezas clavadas en los troncos ó hincadas en las puntas de las ramas.

Clavan primero, sobre el ribazo, un grueso horcon destinado á soportar una soga que amarran en varias estacas, oblicuamente clavadas en tierra detras del horcon; terminada esta maniobra, cubren la soga de bejucos, fijándolos, para que no los arrastre la corriente, en esos espigones que suelen encontrarse en medio de los rios.

¡Ay, Brillante...! ¡Pobrecito Brillante mío...! Y hasta había llegado a unir su linda cabeza de bebé con las negras narices de la bestia, cubriéndolas de besos. El desaliento las tuvo hasta bien entrada la noche clavadas en sus asientos del salón, silenciosas, sin otra luz que el escaso resplandor de los reverberos públicos que entraba por los balcones abiertos, produciendo una débil penumbra.

En la Guardia Blanca tenemos tiradores capaces de asaetear uno por uno todos los encajes y junturas de la armadura mejor construida. Y ahora, pequeñuelos, id á traerme mis flechas, que algo cuestan y mucho sirven y no es cosa de dejarlas clavadas en los troncos secos del camino.

De vez en cuando se divertía consultándole sobre la suerte futura del vapor; quería saber si los submarinos le inspiraban miedo. No hay cuidado afirmaba Caragòl . Tenemos buenos protectores. El que se ponga ante nosotros está perdido. Y mostraba á su capitán las estampas y tarjetas postales clavadas en las paredes de la cocina. Recibió Ferragut una mañana la orden de partir.

Las chimeneas de ladrillo de las fábricas estaban cortadas casi á ras de tierra ó mostraban en sus cilindros varios orificios de obús limpios y redondos. Parecían flautas pastoriles clavadas en el suelo. Junto á los pueblos en ruinas, las mujeres removían la tierra abriendo fosas. Este trabajo resultaba insignificante.

Cada día se sentía más sola, más abandonada y ya empezaba a pensar que había sido injusta con el Provisor pensando de él tan mal y dejándole huir desesperado con aquellas sospechas que llevaba clavadas en el corazón como un dardo envenenado. «¿Por qué ella no había sentido más aquel desengaño, aquella profanación de una amistad pura, desinteresada, ideal?

Vestido con un terno de paño inglés, regalo del señor, llevaba las solapas cubiertas de alfileres e imperdibles y clavadas en una manga varias agujas enhebradas. Sus manos secas y obscuras tenían una suavidad femenil para manejar y arreglar los objetos.

Rafaelito habíase retirado a su cuarto en la madrugada, y las hermanas permanecían clavadas en sus sillas, bostezando de cansancio, con un gesto de extrañeza y de miedo, como si presintieran que la muerte rondaba por la puerta de la alcoba. La madre indignábase al hablar de los médicos. ¡Vaya una gente ignorante! Todo lo echaban en palabrotas raras e ininteligibles.

-Vamos, señor -dijo Sancho-, que las barbas y lágrimas destas señoras las tengo clavadas en el corazón, y no comeré bocado que bien me sepa hasta verlas en su primera lisura. Suba vuesa merced y tápese primero, que si yo tengo de ir a las ancas, claro está que primero sube el de la silla. -Así es la verdad -replicó don Quijote.