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Actualizado: 16 de junio de 2025
La madera, vendida, se convierte en dinero y el pequeño ramaje lo consume el fuego: sólo quedan fragmentos de raíces subterráneas; sin embargo, el agua, cambiando de curso, concluirá tarde ó temprano por arrastrar la tierra que las rodean y por dejarlas aisladas en mitad del arroyo.
Lo singular fué que el Conde desapareció de pronto del grupo, el cual, al encontrarse con nuestras heroínas, se abrió para dejarlas paso, oyéndose por ambos lados murmullos lisonjeros y respetuosos, semejantes a los que de otras personas habían ellas oído ya. Inesita dijo al paño a su hermana: ¿Dónde se habrá escabullido el Condesito? ¿Quién sabe? contestó doña Beatriz.
No dijo nada la señorita; no hizo más que sonreír de un modo que significaba: «¡Qué raro verme aquí!». Guillermina alzó la voz desde la sala diciendo: «Pasa, aquí estoy...». Estupiñá, siempre delicado, se apartó para dejarlas hablar a solas. Parecía que la santa reprendía paternalmente a la otra: «Si ya te he dicho que lo dejes de mi cuenta. Yo me entiendo.
Pues obedécele sin chistar. ¡No temas por tía Carmen!... Cuanto a mí... cualquier día, el mejor día, tendré que dejarlas.... -Razón de más para que no me separe de ellas.... No, Linilla; yo te lo agradezco, ganas mucho en mi cariño, pero antes que yo y que mis tías está tu protector, tu padre, que padre ha sido para tí ese buen anciano. ¡Tienes razón. Será lo que Dios quiera, lo que Dios quiera!
Si lo primero, mil veces te lo he dicho, es mirar a la muerte como el fin de los padecimientos, como miran a la playa los infelices que luchan con las olas, agarrados a un madero. No, si no tengo miedo dijo ella con deseos de tranquilizarle, porque observó que se exaltaba . Pero es que... esas cosas, más vale dejarlas para de día. Ahora, a dormir. ¡Dormir!... Ahí tienes otra tontería.
Quiso dejar el dinero que había traído para pagar los atrasos de la pensión de Rufete, pero el Director no lo consintió. En cuanto a las ropas, tanto instó al bondadoso señor para que las admitiera, que este hubo de dejarlas, dando las gracias en nombre de los demás enfermos pobres que tanto las necesitaban.
En el punto donde se hace alto al anochecer, es menester, ante todo, derribar con el mayor cuidado posible estas frágiles y empinadas barrancas, hasta dejarlas gradualmente en declive, para evitar de este modo que lleguen durante la noche á desmoronarse de golpe, y echen á fondo las canoas.
Prosiguió, pues, don Quijote, y dijo: -En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen, a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel escremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña, siendo antes garras de cernícalo lagartijero: puerco y extraordinario abuso.
De ver era mirar como salian, Con mil disfraces hombres y las damas, Que aquel punto los indios se vestian, Los otros aun se estaban en sus camas. Algunas sus afeites se ponian, Sirviendo estaban mozas á sus amas, Y dejarlas huyendose á la calle A dó salen tras ellas de mal talle.
La verdad es que he visto muy poco del mundo, buena mujer, respondió el joven. Tanto mejor para vos. Y ahora, aquí tenéis el hatillo para el bueno de Rampas y decidle que no se dé prisa por devolver esas ropas. Cuando buenamente pase por aquí cerca puede dejarlas en la cabaña. ¡Virgen Santa, cómo estáis cubierto de polvo! Bien se ve que en los conventos no hay mujer que os cuide.
Palabra del Dia
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