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Pero Clementina no quiso explicaciones: se juzgó vendida y sólo pensó en preparar secretamente su desquite. Por de pronto, quiso ser informada jurídicamente y abriendo la puerta, llamó á Bobart, que, desde la aparición de Roussel en la casa, estaba en acecho.

¡Vendida!... ¡Ah!... exclamó Fortunata con nuevo terror . Mira por qué esa mujer no me gustó cuando la vi esta mañana. Es muy adulona, muy relamida, y tiene todo el aire de un serpentón... Pues nada, le diré a mi marido que no me gusta, y mañana mismo la despido. Eso... y viva el caraiter.

La madera, vendida, se convierte en dinero y el pequeño ramaje lo consume el fuego: sólo quedan fragmentos de raíces subterráneas; sin embargo, el agua, cambiando de curso, concluirá tarde ó temprano por arrastrar la tierra que las rodean y por dejarlas aisladas en mitad del arroyo.

Don Aquiles vivía en la calle de Méjico, pues la antigua casa en que tuvo su tienda, fué vendida y derribada; y aunque alejado del comercio, metía baza en negocitos fáciles y sin peligro, pero sin caer en el pecado de la usura; él no tenía más defecto que su genio endemoniado y aquella manía de las cosas religiosas, que secaba su corazón y descarrilaba su buen sentido.

que la propiedad ha sido vendida públicamente: he visto por todo el camino los grandes avisos... Mas no me he atrevido a preguntar a las personas que me han acompañado hoy en mi paseo, pues mi ignorancia habría parecido extraordinaria, cuánto ha costado todo esto. Mi marido se olvidó de decírmelo en su telegrama.

¡A ! replicó Fortunata sentándose en la silla de la cocina, junto a la mesa de pino blanco . ¡Qué confianzudo está el tiempo! Y usted, ¿para qué se ha metido allá, sin más ni más?... ¿Qué sabía usted si a me gustaba o no me gustaba entrar en relaciones...? Yo... señorita... calculé que... Nada, estoy vendida... pensó Fortunata , y esta mujer es el mismo demonio.

Oye, tengo preparadas las pruebas; están aquí. Primera: carta de milord, duque de Bukingam, al excelentísimo señor duque de Lerma. ¡Ah! esa carta... ¡La España vendida á los ingleses, duque! Pero esa no es una carta. Es una copia de la carta. Pero la carta...

En seguida, levantándose de la silla y fingiendo un enojo implacable, agregó: ¡Vade retro! ¡vade retro! señor hipócrita, señor apestado, señor brujo, leña de Satanás! Sépase el galancete que su alma están en propincuo peligro de perdición, si es que ya no la tiene vendida al infierno, y que a no existir el secreto sacramental sería entregado aquí mismo a los familiares del Santo Oficio.

Con tanta y tan grave cosa como me tiene en cuidado, me olvidé de daros una provisión de capitán que tengo para vos. Esperad. Voy á dárosla. Y la joven se levantó, sacó del cajón de un mueble un papel, y le dió á don Juan. Esta provisión ha sido vendida y revendida dijo el joven. Se ha comprado para vos. ¿Y quién la ha comprado? La reina. ¡Me paga el servicio casual que la he hecho!

Y vendida, ¿no estaba en tu potestad? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. 5 Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6 Y levantándose los jóvenes, le envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.