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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Por esta razon han de exâminarse con cuidado las opiniones que recibimos en la niñez, y muchas otras que se enseñan en las Escuelas, y las que se adquieren en la conversacion y trato, y no han de creerse ciegamente, sino solo despues de bien exâminadas.

Además, quitaba y ponía ministros, daba mandos en el ejército á los compañeros que le seguían ciegamente, y obligaba á salir del país á sus adversarios ó los enviaba á ciertas provincias de la costa del golfo de Méjico, donde la gente de las altas mesetas puede contraer enfermedades de muerte. Sus enemigos recordaban la facilidad con que había fusilado durante la guerra á los prisioneros.

Y como doña Clorinda era ahora adversaria implacable de Alicia, y Atilio admitía ciegamente las ideas y caprichos de «la Generala», una sorda animosidad empezó á surgir entre los dos hombres, que hasta entonces se habían tratado con amable indiferencia. ¡Las mujeres! murmuraba Toledo al observar este odio progresivo . Bien decía el príncipe...

Le había visto agitarse como un emparedado, pugnando por levantar la enorme losa caída sobre él, interpuesta entre los ojos de su espíritu y la luz ansiada. Y Mina no tenía siquiera el consuelo de la ignorancia, no podía engañarse como otras mujeres que creen ciegamente hasta el último instante en el talento de sus maridos y atribuyen su desgracia a injusticias de la suerte.

Y el príncipe rió largamente, como si no se cansase de celebrar lo absurdo de tal suposición. Eso lo sabrás contestó Atilio . Lo que yo digo es que no podemos ser por mucho tiempo los enemigos de la mujer. Mira al coronel; es tu «chambelán», tu ayudante, el hombre que te obedece ciegamente. Pues hasta ese te abandona. Fíjate: siempre que puede, vive en el pabellón de la portería.

Pero pronto me repuse, pues había aprendido a dominar mis nervios. Roberto dije, voy a darte un consejo, y después dejarás que me vaya, porque estoy algo cansada. ¡Habla, habla exclamó, haré ciegamente lo que quieras! Y cuando lo miré, no pude impedir exhalar un profundo suspiro de dolor y de júbilo, pues pensaba: «¡Te ha tenido en sus brazos

Y lo decía con toda su alma, con la buena fe de los tramposos cuando se ven salvados, que confían ciegamente en el porvenir y creen mejorar su fortuna en lo futuro. Está bien, mamá dijo Juanito, que en medio de su enternecimiento no se cegaba . Firmaré, pero sólo por quince mil pesetas. Larga pausa. Doña Manuela, pensativa: Mira, hijo mío, quince mil pesetas justas no han de ser.

Es cierto que la variedad de acontecimientos y circunstancias, y la escasez de nuestra prevision nos obligan con frecuencia á modificar los planes concebidos; pero esto no impide que podamos formarlos, no autoriza para entregarse ciegamente al curso de las cosas, y marchar á la aventura. ¿Para qué se nos ha dado la razon sino para valernos de ella, y emplearla como guia en nuestras acciones?

Por la mañana salieron de Estrelsau numerosas personas de mi servidumbre, con caballos y equipaje, y nosotros los seguimos a mediodía, yendo buena parte del camino por tren y haciendo después la jornada a caballo hasta la posesión de Tarlein. Me acompañaban diez bizarros caballeros, además de Sarto y Tarlein, cuidadosamente elegidos todos ellos y ciegamente adictos al Rey.

No quedó aún con esto satisfecho su instinto de dominación. Soledad, enamorada de él ciegamente, se sometía sin replicar á todos sus gustos y caprichos, sufría con paciencia sus reprensiones, los malos humores y genialidades. Pero la madre, que no tenía tales motivos para sufrirlo, solía hacerle observaciones y llamarle á la razón cuando injustamente se querellaba con Soledad.

Palabra del Dia

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