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Me llamo Pedro, Lope, Francisco, Guillén, Eurípides; a elegir dijo con voz robusta, de timbre grato; llana, atrayente sonrisa. Todos hicimos eco a su sonrisa, menos la vieja, que no acertaba a decidir si la respuesta era en serio o en chanza. ¡Qué chistosísimo! exclamó, optando por la chanza. No, señora; no es chiste replicó el sacerdote. Pero, ¿Eurípides es nombre cristiano?

Caramba, niña dijo Antoñona , vas a conseguir que suelte yo el trapo a llorar y que berree como una vaca. Cálmate, y no pienses en morirte, ni de chanza. Veo que tienes muy excitados los nervios. ¿Quieres que traiga una taza de tila? No, gracias. Déjame... ya ves como estoy sosegada. Te cerraré las ventanas, a ver si duermes.

Eso es lo único que te afea, salvo la cara díjole mi tío serenamente : el genial... En ese punto eres una jabalina celosa, a lo mejor de una chanza. Salimos de una chamusquina, y ya te quieres meter en otra... ¡Barájolas! exclamó don Pedro Nolasco santiguándose . ¿Ustedes han visto otra como ella? Trapalón de los demonios, ¿pues me he metido yo contigo ni tanto así, desde que se acabó lo otro?

Con poner en el otro platillo los perros grandes y chicos que me has sacado, me salvo díjole Moreno riendo y manoseándole la cara. No me hagas carantoñas, sobrinillo. Si crees que eso te vale, gran miserable, usurero, recocho en dinero repitió Guillermina con tono y sonrisa de chanza benévola . ¡Qué hombres estos!

Y usted respondí a Neluco medio en serio y medio en chanza , que ve y siente todas esas cosas tan bonitas, que yo no veo ni echo en falta, como de urgente necesidad, ¿por qué no me ha dado ya el ejemplo?

Encendíase la sangre en generosa indignación al pensar que a la semana siguiente el Noticiero de Dutch Flat, contestó a la tierna pregunta con una chanza pobre y brutal, haciendo constar que el ciprés es una planta exótica y desconocida por completo en la flora de la comarca.

No se cansaba Julián de admirar la noble seriedad de Nucha cuando una chanza atrevida o una palabra malsonante hería sus oídos; la dignidad natural, que era como su propia envoltura, escudo impalpable que la resguardaba hasta contra las osadías del pensamiento; la bondad con que agradecía la atención más leve, pagándola con frases compuestas, pero sinceras; la serenidad de toda su persona, semejante al caer de una tarde apacibilísima.

Una de dos; o este caballero se figura que juega a la carambola, o de otro modo desconoce por completo lo que tiene entre manos. ¿Qué significa esto? interpeló Amaury, vacilando entre el temor y la duda de si su amigo se permitía alguna chanza.

Callad por Dios, condesa exclamó el duque ; lo que en vuestra bella boca es una chanza ligera, en las bocas de víboras que pululan en la sociedad, sería una mortal ponzoña. No tengáis cuidado: no seré yo quien tire la primera piedra. Soy indulgente como una santa, o como una gran pecadora; sin ser ni lo uno ni lo otro.

Aún se oía a lo lejos, allá por la cuesta abajo, el estridente sonido de su cometa, que resonaba entre aquellas altas montañas de una manera extraña, profana, como pudiera resonar una risotada en un templo, una chanza en una oración, el himno de una bacante entre las solemnes y pausadas notas de un canto gregoriano.