Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 3 de julio de 2025
Llamaban con las mantas que traian Ceñidas á los cuerpos, no cesando De dar voces, diciendo, que querían Ponerse nuevos nombres peleando. Mas viendo que los nuestros ya salían, Al alto se volvian retirando, Juzgando por mejor un alto cerro, Y el sueño, como dicen, fué del perro.
Había piernas blancas desnudas asomándose a las ventanas de un pantalón que a pedazos se caía; había zancas negras, esbeltas cinturas ceñidas por sucia cuerda o por tirajo informe; chaquetones que fueron de abuelos, y calzones que fueron mangas; blusas que aún se acordaban de haber sido chalecos; gorras peludas que fueron, ¡ay!, manguito de elegantes damas.
En el medio bailaban trabajosamente veinte ó treinta parejas ceñidas por una muralla de espectadores que gritaban, reían, y les daban ruidosa cantaleta avanzando insensiblemente y sofocándolas cada vez más. Muchos de ellos estaban ebrios ó tocando en las lindes de la embriaguez y sus chanzas eran descomedidas.
Las lanchas habían llegado medio anegadas; sus tripulantes, con la palidez de la muerte en el semblante, mudos y consternados, con las ropas ceñidas al cuerpo, empapadas en agua; muchos de ellos, con el hercúleo torso desnudo.
El otro, cuyas sienes ves ceñidas Con los brazos de Dafne en triunfo honroso, Sus glorias tiene en Alcalá esculpidas. En su ilustre teatro vitorioso Le nombra el cisne en canto no funesto, Siempre el primero como á mas famoso. A los donayres suyos echó el resto Con propiedades al gorron debidas, Por haverlos compuesto ó descompuesto.
Marta hablaba del ideal, de todos los ideales; pero se las arreglaba de manera que en su disertación se mezclaban, por vía de incidentes, descripciones autobiográficas que se referían casi siempre al acto solemne de mudarse ella de ropa, o a estar en su lecho, medio dormida.... desvelada.... Ello es que Nepomuceno supo aquella noche, v. gr., que aquella señorita había leído una cosa que se llamaba la Dramaturgia de Hamburgo, de Lessing, y que, tanto como el autor del Laoconte, le gustaban a ella las medias muy ceñidas, atadas sobre las rodillas y de color gris perla.
El hueco del balcón donde destaca la gallarda figura esfumada en el incierto resplandor del amanecer; las gentiles formas ceñidas por un abrigo de viaje; el rostro pálido y ojeroso; aquellos labios huérfanos del beso; aquel pecho sin corsé, cuya blandura descansaba, no en las avariciosas manos del amante, sino en la fría barandilla de hierro..., el ánimo combatido por la desesperación, el cuerpo invadido de laxitud... y el sol oculto entre un cendal de nubes, como pesaroso de alumbrar tanta tristeza.
Hacia una parte había dos que eran nada menos que las señoritas Gunn, las hijas del negociante en vinos de Lytherley, vestidas a la última moda, con las faldas más ceñidas y las batas más cortas de talle. Las estaba examinando la señorita Ladbrook de los Prados Viejos con una vergüenza fingida no exenta de una contrariedad secreta.
En estas ocupaciones estaba, mal ceñidas las faldas, sin corsé y descubiertas con negligente desnudez las dos terceras partes de su voluminoso seno, cuando una persona entró en la casa, y acercándose al cuarto de la diosa, dió un par de golpecitos en la puerta. ¿Quién? dijo alarmada la vizcaína. Yo. Por Dios, Carrascosa, no entre usted, que estoy....
La casa más notable es la que llaman en los libros «del Gobernador» que es toda de piedra ruda, con más de cien varas de frente y trece de ancho, y con las puertas ceñidas de un marco de madera trabajada con muy rica labor. A otra casa le dicen de las Tortugas, y es muy curiosa por cierto, porque la piedra imita una como empalizada, con una tortuga en relieve de trecho en trecho.
Palabra del Dia
Otros Mirando