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Actualizado: 19 de junio de 2025
Le echaba humo de tabaco, le llamaba y solía poner entre los barrotes de la jaula un trozo de madera, como si fuese el dedo, y Poll, que era rencoroso, se echaba sobre él y le daba un picotazo con su pico fuerte, y cuando se encontraba que no tenía presa, se recogía, burlado y huraño, ante las carcajadas del pillo del grumete....
Lo que perdone la farda, lo que dejen las socaliñas y lo que olviden las derramas, tomadlo vos antes que otros de vuestros compatricios; tomadlo, que según vuestros doctores y políticos entendidos, estamos a merced, y lo que nos dejéis, eso debemos agradecer. Con todo ello, bien me place el donaire con que habéis burlado a tanto cristiano viejo.
Tenga usted en cuenta, pues, lo que ha debido ser para mí ese desengaño a que se refiere... A esa edad en que el destino del hombre está en suspenso, es casi siempre una mujer quien lo decide... quien lo convierte en bueno o en malo... Cuanto a mí, esa mujer fatal ha sido su amiga de usted... Tal cual ella se me aparecía entonces, con su temible belleza y sus supuestas virtudes, era a mis ojos como el viviente símbolo de la dicha que yo soñaba en el seno de un hogar respetado... Yo había cifrado todo mi porvenir, toda mi vida en ese ensueño de que ella era la inspiradora... Usted sabe todos los obstáculos que nos separaban, usted conoce todas las objeciones, todas las resistencias que debía yo arrostrar o vencer... Usted sabe que estaba pronto a todas las abnegaciones, a todos los sacrificios... No ignora que lo aceptaba todo, las privaciones, las estrecheces, la sujeción, el trabajo... con tal que fuera mi mujer... Sabe, en fin, cuánto la amaba... con qué loca ternura... casi santa, me atrevo a decirlo así... Y cuando ella ha burlado un amor semejante, le admira a usted que me haya convertido en un insensato y que la llame una miserable.
Porque yo no soy tan necio Que no te tuviese en precio, Siempre con más afición; Que en tan rica posesión No puede caber desprecio. Sale ELVIRA. ELVIRA. Por aquí Sancho bajaba O me ha burlado el deseo; A la fe que allí le veo, Que el alma me le mostraba. El arroyuelo miraba Adonde ayer me miró: ¿Si piensa que allí quedó Alguna sombra de mí?
¿Y por el trono del Rey? ¿Se imagina usted que a los nobles y al pueblo les hará pizca de gracia verse burlados como los ha burlado usted? ¿Cree usted que seguirán amando y respetando a un Rey que, demasiado borracho para ser coronado, les envió a su criado para que lo representase en aquel acto? ¡El Rey fue víctima de un narcótico y yo no soy su criado!
Sí, sí, mentid cuanto queráis le dijo doña Catalina ; pero esta vez me convierto para vos en un tirano. Necesito vengarme, satisfacerme, haceros sufrir tanto como vos me habéis hecho sufrir á mí; al menos tendré el consuelo de que no me hayáis burlado de balde, vos que estáis acostumbrado á burlaros á mansalva de todo el mundo.
Concluyamos, caballero, concluyamos dijo la duquesa ; os habéis burlado de mí... ya no tiene remedio; yo no me vengaré, yo no os maldeciré... pero Dios os castigará. Ya os he dicho que estoy harto castigado. ¿Pero no os dais á conocer? Os juro que no me quejaré, que me resignaré... pero vuestro nombre... No puedo... no debo... no lo diré...
Forma por induccion una máxîma general falsísima, creyendo que la tal medicina es remedio cierto para semejante dolencia. Así continuando en hacerla comun, queda muchas veces burlado. En el trato civil sucede lo mismo. Ven á uno que un dia entra en una casa, y lo repite otro dia, y sin mas exámen pronuncian: Fulano va todos los dias á tal casa, ú hace tal cosa, &c.
Adriana, sin duda, había hecho una de las suyas, se había burlado de Julio. La sospecha se le hizo certidumbre; recordó que también él había regresado una vez a su casa así, abrumado, aplastado por uno de aquellos fríos desaires con que ella acostumbraba a contradecir la hechicería de su dulzura. No era, pues, la única víctima. Experimentaba, pensando esto, un alivio para todos sus celos.
Era una cuesta, poco antes de llegar a la Encarnación, donde el rumor de una fuente ablanda la aspereza del paraje. Cuando le pareció que había sido burlado, un hombre menudo y encogido salió por detrás de una encina. Era Diego Franco, el campanero de la Catedral.
Palabra del Dia
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