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Si hubiera yo de seguir contando y pintando circunstanciadamente las cosas, escribiría un tomo de quinientas o seiscientas páginas. Demos, pues, punto aquí: y, gracias a que este artículo no peque por largo, y a que tenga el lector la suficiente indulgencia, vagar y calma, para leerle todo sin enojo, fatiga ni bostezo.

A Spadoni le era imposible imitar la atención del príncipe y de Castro. ¿Qué podía importarle la llamada estrella tricolor? Los millones de millones de leguas de que hablaba el sabio despertaban su bostezo; y por una asociación de ideas, se dedicaba á jugar mentalmente, suponiendo que acertaba cincuenta veces seguidas, siempre doblando.

Llamó al dormido, ya con más fuerza y aun con enojo, la hermosa indiana, y a poco se oyó un bostezo, luego pasos, y al fin apareció el incógnito, con los ojos cargados aún de sueño y con todas las muestras de que en lo mejor de él se le había interrumpido; y como doña Guiomar cuando le sintió que se acercaba se hubiese ido a un canapé o escaño que allí había, y se hubiese sentado, él tomó una silla baja que encontró al paso, y fue a sentarse junto a doña Guiomar, tocando su falda, y de tal manera que no parecía sino que hacía un siglo eran amantes, y con un desenfado tal, que aunque sin dar en la descortesía, parecía mostrar la confianza que él tenía en ser amado, si es que ya no lo era, y con toda el alma; mirábala él con codicia, aunque sin irreverencia, y ella le contemplaba asombrada por lo que en él veía, que harto claro se mostraba en sus ojos; y ni el uno ni el otro decían una palabra, y ella se turbaba más y más, y más y más se la encendía el enojado tal vez, y tal vez amoroso semblante, y él lo conocía y tal lo mostraba, que más y más ruborosa se mostraba ella, y más y más confusa.

La ansiedad y malestar siguen tambien á las palpitaciones; el bostezo y los calosfríos se presentan por accesos; el espasmo del exófago se une á la timpanitis del estómago, con eructacion y regurgitacion acuosa; estos accidentes se presentan por accesos como otros muchos síntomas.

Bostezó don Víctor y salió del gabinete después de depositar un casto beso en la frente de su mujer. Entró en su despacho. Estaba de mal humor. «Aquella enfermedad misteriosa de Ana porque era una enfermedad, estaba seguro le preocupaba y le molestaba.

¿Qué es esto? dijo don Juan , ¿nos habremos equivocado de puerta ó se habrá arrepentido doña Clara? No; sino que aquí también hace sueño, ¡ya se ve! ¡es tan tarde! Y Quevedo bostezó y llamó por segunda vez. ¿Quién llama? dijo tras el postigo una soñolienta voz de mujer. ¿No os lo dije? dormían contestó Quevedo ; ¿pero qué hacéis que no contestáis? ¿Quién es? dijo la voz de adentro más despierta.

De unas estocadas... Ni aun con la lengua las doy hace un siglo. Pues señor dijo el rey , ahora veo que no os he llamado para nada. Me ha llamado, indudablemente, vuestra majestad, para que venga. Y siendo venido para que os vayáis. Y el rey bostezó más profundamente, se escurrió á lo largo de las almohadas y se rebujó. Dios á vuestra majestad muy buenas noches dijo Quevedo.

Durante toda esta conversación, Morrongo despertó, arqueó el lomo tanto como el de un camello, dio un gran bostezo, se relamió los bigotes y olfateando en el aire ciertas para él gratas emanaciones, fuese acercando poquito a poco a don Modesto, hasta colocarse detrás del perfumado paquete colgado de su bastón.

Después de algunos minutos de silencio, bostezó suavemente, atusó con la mano su rizada cabellera y nos dijo: Me aburro y voy a dar un paseo por el Bosque... ¿Trabaja? me preguntó Agustín cuando Oliverio nos dejó. Muy poco; y, sin embargo, aprende como si trabajara. Tanto mejor. Ha seducido a la suerte. Si la vida fuese una lotería, ese mozo soñaría los números que iban a salir premiados.

Aquella parte del auto producía de costumbre un hastío general. La multitud, anhelosa de ver comparecer a los relajados, daba, a cada instante, signos de impaciencia. Aguirre bostezó varias veces, y Ramiro, entrecerrando los párpados, apoyó la cabeza contra la negra colgadura que pendía de una ventana.