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Actualizado: 30 de junio de 2025


Butrón enarcó las formidables cejas, el general Pastor se atusó el largo bigote y don José Pulido, más práctico y menos puntilloso, ensanchó la barbilampiña cara, diciendo suavemente: Con tal de que nos envíe a nosotros otro tanto, aunque sea por mano del moro Muza...

Llevándose los dedos a su rebelde cabellera para hacer con ellos púas de peine, se la atusó, y arqueando el cuerpo, inclinose hacia la señora para decirle con retintín: «Muy triste está usted desde ayer... No, no me lo niegue... ¿Pues yo no veo lo que pasa? Leo en las caras». Pues en la mía poco habrá leído usted.

Desdobló, pues, el luengo papel, tosió limpiando el gaznate, se atusó los largos bigotes, y con voz cavernosa y retumbante dio principio a la lectura de una sarta de endecasílabos cojos, mancos y lisiados, tan rematadamente malos como obra que eran del mismo personaje que los leía.

Después de algunos minutos de silencio, bostezó suavemente, atusó con la mano su rizada cabellera y nos dijo: Me aburro y voy a dar un paseo por el Bosque... ¿Trabaja? me preguntó Agustín cuando Oliverio nos dejó. Muy poco; y, sin embargo, aprende como si trabajara. Tanto mejor. Ha seducido a la suerte. Si la vida fuese una lotería, ese mozo soñaría los números que iban a salir premiados.

Aunque se atusó gravemente la preciosa barba y metió dos o tres veces los dedos por la rizada selva de sus cabellos, masticando algunas generalidades, comprendí que sabía tanto como yo sobre el particular. Fui con él a su cuarto y examinamos los libros donde se declaraban. Allí vi que mi adorada pronto estaría en edad de casarse con quien quisiera.

Se atusó el áspero bigote, tosió con fuerza, se acordó de las asonadas del cuarenta y del cincuenta, de las formaciones en que lucía el gallardo cuerpo, hasta de las barricadas, y recobrando el pasado ardimiento, cogió a la hechicera avispa las manos, que ella tuvo buen cuidado en no retirar. Oye le dijo , gachoncita, pimpollo, ¿me tendrías miedo?

El Inocente descansaba tranquilamente, con una apacible sonrisa en su rostro cubierto de pecas, y la virgen Flora dormía entre sus frágiles hermanas, como si le custodiaran guardianes angelicales. Don Jorge, echándose la manta sobre los hombros, se atusó el bigote y esperó la luz del mediodía, que vino poco a poco envuelta en neblina y en un torbellino de copos de nieve que cegaba y confundía.

Oyendo esto D. Pedro, que indolentemente se apoyaba en el respaldo del sillón, irguiose, atusó los largos bigotes y gravemente habló de esta manera: Señora, señorita y caballeros: puesto que este joven apela a mi lealtad, probada en cien ocasiones, declaro que no una, sino muchísimas veces he oído elogiar su buen comportamiento, su caballerosidad, su valor como militar, con otras distinguidas prendas de paisano que le han creado abundante número de amigos en el ejército y fuera de él.

Un poco... por distraerme... Y Lola se atusó el negro flequillo, cortado recto a un dedo de distancia de las cejas, que la asemejaba a un paje de la Edad Media, realzando su cara descolorida de hija de los trópicos y sus grandes ojos, infantiles, pero de niño malicioso y precoz.

Este bajó los ojos al suelo en demanda, sin duda, de inspiración, se atusó el bigote, tosió ligeramente y al fin dijo con acento solemne: Tía, no si es que Dios me ha tocado en el corazón o es que me voy cansando de la vida que llevo; pero es lo cierto que de poco tiempo a esta parte me acuerdo mucho de los consejos que me ha dado muchas veces, que ando con deseos de formalizar, de romper con estos hábitos poco dignos que la falta de un padre y, sobre todo, de una madre como usted me han hecho adquirir.

Palabra del Dia

godella

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