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Actualizado: 5 de junio de 2025


No encontré para besar más que las crudas tablas de su vacío lecho de muerte, el suelo de su cuarto, el umbral de la puerta por la que su ataúd había pasado al salir entre los tristes ecos de llanto general de la población, para ir a descansar en el campo de la muerte.

Y... ¿qué tal, Blanca? Fría como un mármol le dije. ¡Ah, hijo mío! me contestó, la hija es como la madre, una estatua que uno puede estrechar, besar y robar; pero una estatua, no se mueve nunca sin música... ¿Qué música? le pregunté.

Si este libro ha de ser un relato ingenuo o confesión de mi vida, debo declarar que al inclinarme para besar el crucifijo de metal no creo haber obrado solamente por un impulso místico; antes bien, sospecho que los ojos negros de la hermana joven, atentamente posados sobre , tuvieron parte activa en ello. Sin darme tal vez cuenta, quería congraciarme con aquellos ojos.

Catalina, de donde los llevaron por el arco de las Bendiciones á la capilla mayor. Cantó muy bien la música mientras hacian oracion, el obispo les dió á besar las reliquias, y vieron despues toda la iglesia y las alhajas. Fué muy notado en la ciudad que el infantito D. Luis, que despues fué arzobispo de Toledo, al recibir la visita del prelado, se apoderó de su sombrero y no se le quiso entregar.

La confusión de los alientos era símbolo del maridaje de las almas. ¿Quién ha dicho que esto es pecaminoso? Si Dios ha desparramado en los labios, con infinito arte, las papilas nerviosas que perciben y sutilizan la sensibilidad, y no sirven para besar, entonces, ¿para qué sirven?

Con permiso de usted, la voy a besar otra vez. No la había besado nunca. No me atrevía, ni ella lo habría consentido, porque era la persona más honrada y honesta que usted puede imaginar». Guillermina sentía tanto asombro como lástima ante las demostraciones de aquel buen hombre que con tanta franqueza se expresaba.

Arrodillóse ante el altar que allí se habia colocado, el cardenal le dió el agua bendita, el obispo le dió á besar la reliquia, y entonando la música el responsorio elegit Deus, caminó la procesion al altar mayor antiguo, donde dijo el obispo las oraciones que previene el Pontifical y dió la bendicion solemne al rey, á la ciudad y á la corte.

Eva estaba caída entre los árboles, con sus ropas en desorden, y Adán sobre ella, con un gesto de locura sexual, la cogía los brazos para dominarla, y pegaba la boca a su pecho con tal avidez, que lo mismo podía besar que morder. El Tato sentíase orgulloso ante la sorpresa de su tío. ¡Eh!, ¿qué tal? Eso lo he descubierto rodando por la iglesia.

Los pretendientes cayeron sobre Cristeta como moscas sobre pastel fresco; mas por ninguna de aquellas conquistas se sintió halagada. Cuantos hombres se le acercaban traían imaginado que era cosa de llegar y besar el santo, con tal de echar antes alguna limosna en el cepillo.

Andar bajo palio, hablar desde el púlpito y dar la mano a besar, le parecían mayores signos de prestigio que ir a caballo con música delante, espada en mano y batallones detrás; así que, cuando su padrino le dijo que estudiara para cura, su infantil imaginación acogió la noticia con una emoción muy semejante a la alegría. ¿Qué otra carrera había de darle un hombre entregado a servir medio de guía, medio de agente a los intereses y la parcialidad del clero?

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