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Actualizado: 26 de junio de 2025
Andrés se puso triste repentinamente, y caminaron en silencio hasta llegar a la posada, que estaba a la salida de la villa. Fueron a la cuadra, enjaezó Celesto los caballos, sacáronlos fuera. ¡En marcha, en marcha!... No; todavía no. Celesto no se siente bien del estómago, y se hace servir una copa de ginebra, que bebe de un trago, como quien vierte el contenido en otra vasija.
Bebé y Raúl han hecho hoy muchas visitas: han ido con su mamá a ver a los ciegos, que leen con los dedos, en unos libros con las letras muy altas: han ido a la calle de los periódicos, a ver como los niños pobres que no tienen casa donde dormir, compran diarios para venderlos después, y pagar su casa: han ido a un hotel elegante, con criados de casaca azul y pantalón amarillo, a ver a un señor muy flaco y muy estirado, el tío de mamá, el señor Don Pomposo.
Sin embargo, si la muerte se encierra en esta taza, te pido que lo reflexiones antes de que me veas beberla. Mira: ya la he llevado á los labios. Bebe, pues, replicó el médico con el mismo aire de sosiego y frialdad de antes. ¿Tan poco me conoces, Ester? ¿Podrían ser mis propósitos tan vanos?
Los conozco lo mismo que si viviese con ellos, porque justamente la que les cose es hermana de una amiga mía íntima. Avaros, miserables como la sarna. La madre y el tío son capaces de llorarle a uno el agua que bebe; el padre no es tan cutre, pero es un infeliz; lo tienen dominado, y pide permiso a su mujer cuando corta pan del mollete.
El respondió: «Nada hay capaz de apagar el fuego de mi pasión como el agua de Zemzem. ¡Dichoso el que la bebe! De mí la salutación para la gente que da vueltas en torno del Hatim y de la estación de Abraham y del templo de la Cava.» Se hizo un silencio como cuando termina un rito. Ramiro sintió vivo impulso de levantarse y escupir en el rostro a aquel hombre.
En todo eso estaba pensando Bebé. Bebé estaba pensando. El sable está allí, encima del tocador. Bebé levanta la cabeza poquito a poco, para que Luisa no lo oiga, y ve el puño brillante como si fuera de sol, porque la luz de la lámpara da toda en el puño. Así eran los sables de los generales el día de la procesión, lo mismo que el de él.
Mi mujer, aunque más sensata, ha divagado también bastante más de lo que confiesa. ¡Pero ya se acabó, por suerte! Esta situación de mártir, de bebé vigilado segundo a segundo contra tal disparatada amenaza de muerte, no es seductora, a pesar de todo. ¡Por fin, de nuevo! Viviremos en paz, y ojalá que mañana o pasado no amanezca con dolor de cabeza, para resurrección de las locuras. #Marzo 15 #
Por cada uno que se tragaba era preciso que la Morana le sirviese una copa de ginebra, la cual vertía cuidadosamente en un frasco que llevaba al efecto en el bolsillo. Si eran seis cuarterones, seis copas; si ocho, ocho. Toda esta ginebra pasaba delicadamente a su estómago en pequeños sorbos después que se había metido en la cama. «¿Pero don Segis, cómo se bebe usted tanta ginebra de una vez?
18 Y ella respondió: Bebe, señor mío: y se dio prisa a bajar su cántaro sobre su mano, y le dio a beber. 19 Y cuando acabó de darle a beber, dijo: También para tus camellos sacaré agua, hasta que acaben de beber. 20 Y se dio prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para sacar agua, y sacó para todos sus camellos.
Ya hacía dos que, por muerte del señor Gil Ponce, iba solo á Alcalá. Sin embargo, en esos dos años no se pervirtió, á pesar de andar entre estudiantes. Ni bebe, ni juega, ni riñe; sólo tiene una afición, y ésta es muy natural á sus años: es enamorado y audaz con las mujeres.» Dió un salto sobre su sillón al leer esto Montiño. ¡Ah! ¡ah! bueno es saberlo exclamó.
Palabra del Dia
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