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Actualizado: 26 de junio de 2025
Sintiéndose así al lado de él, como en otro tiempo, los recuerdos de su infancia se agolpaban en su mente: ¿Recuerda el tiempo en que yo era chica? Yo lloraba para que usted me condujera sobre sus espaldas al subir las escaleras; ¡qué triunfo cuando usted cedía a mis caprichos de bebé, usted, el muchacho grande y juicioso! ¡Que si me acuerdo! exclamó Juan.
Quedeme estupefacto mirándole, y pensando después que era una broma, dije con malos modos: Yo no conozco a esos señores ni sé cómo se atreven... Pero Gloria me tiró de la manga, diciéndome: Bebe. La miré sorprendido. ¿Hay que beber? Sí, hombre, sí; bebe. Hice como me mandaba, apurando una caña, y luego dije: Deles usted las gracias.
Amparito escuchábale complacida, riéndose malignamente del ceceo del viejo y de sus preguntas. ¿Que si tenían novio? No, señor; aún eran jóvenes y podían esperar. Concha sí que tenía algo, pero ella nada.... Nadie la quería... ¡era tan fea...! Y el travieso bebé experimentaba satisfacción al oírse llamar hermosa por aquella boca de ochenta años.
¡Cómo cinco! ¿Cuáles son? Agua, fuego, tierra, aire y aguardiente. ¿Porqué el aguardiente? 35 Porque mi padre, siempre que lo bebe, dice que está en su elemento. ¡Papá, papá! Planté patatas en el huerto, y ¿sabes lo que ha salido? Ya lo creo. Patatas. 40 No, papá; han salido unos puercos y se las han comido.
Oye, maridito mío: tú que eres tan bueno, ¿por qué no das un paseo al bebé en su cochecito? El último que ha nacido, ¿sabes? el que lleva el número setenta y dos. Ya ves, alma mía, que, sola como estoy, no puedo llegar á cuidarlos á todos. Y el trabajador infatigable, procreador de un mundo entero, debía poner la mesa, lavar los platos y pasear al recién nacido en un cochecito de su invención.
No es broma lo que acabo de apuntar, es exacto, se bebe cerveza todo el dia y en todas partes, con ella se entablan las ilustradas polémicas literarias que forman la vida de Munich; ella segun parece facilita el uso de la palabra; discútense artes, literatura, historia, todos los dias, siempre; ¿pero cómo? admirable, admirable, con profundo conocimiento, con espíritu clarísimo, con sana y elevada crítica.
Hé aquí la censura. Repara que el vaso en que bebe se queda vacío, entonces siente doble sed, y tiene doble prisa en llenarlo. ¿Seria necesario que para conseguirlo se transformara el mundo entero? Pues transfórmese el mundo; pero llénese el vaso. Hé aquí el egoismo.
Los reumatismos tienen al fin la razón sobre la voluntad; y como era, según ese espléndido Montifiori, una verdadera crueldad, privar por un dolor insignificante de cintura de su yerno, a la pobrecita Blanca, de una noche de ópera, el buen viejo don Ramón, convencido al fin de toda la impertinencia de su enfermedad y de las excelentes razones de su magnífico suegro, se quedaba en su casa con bebé mientras su linda mujercita resistía en Colón la carga de los más peligrosos anteojos de la temporada.
Por eso las llevas descubiertas, coquetona. Muchas de las máscaras echaron a correr, chillando, asombradas de este reconocimiento y ofendidas por la alusión a sus manos enguantadas. Un grupo de mozos bajaba la cuesta, y ellas, con el deseo de ser perseguidas, corrieron a su encuentro. Maltrana quedó casi solo, junto al bebé.
Se ha ido sin despedirse de Juan, y cuando éste fue a verla el otro día, se encontró con la puerta cerrá. Y ahí le tiene usté, triste como un cabayo enfermo, y anda con los amigos con cara de entierro, y bebe pa alegrarse, y cuando vuelve a casa paece que le han dao cañaso. No; él no olvida a esa mujer.
Palabra del Dia
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