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Actualizado: 5 de septiembre de 2024
Pinedo esperaba casarla con un hombre modesto y trabajador y que no conociese jamás aquel mundo en que no podía vivir y que él despreciaba en el fondo del alma, aunque tal vez, por la fuerza de la costumbre, no pudiese ya vivir a gusto en otro. Es muy joven aún.... Tiene tiempo de divertirse repuso con sonrisa forzada.
Niñas de catorce años, con rostro de ángel, oían sin turbarse blasfemias y obscenidades que a veces las hacían reír como locas. Todos eran jóvenes. El trabajador viejo no tiene esa alegría. Entre los hombres acaso ninguno había de treinta años. El obrero pronto se hace taciturno, pronto pierde la alegría expansiva, sin causa. Hay pocos viejos verdes entre los proletarios.
Trabajador, eso sí, como una mula de carga, y ahorrativo como una hormiga; Rocchio no perdía un minuto de su día comercial, ni gastaba un centavo más de su cuenta del mes, que él estiraba cual si fuera de goma elástica, a fin de cubrir sus escasas necesidades, porque él aseguraba venirle la sábana corta para sus piernas tan largas.
Don Juan, interrogado en la botica acerca de la causa de mi separación, se limitó a decir: Es muchacho inteligente, trabajador, tiene bonita letra, muy bonita, y aunque de cuando en cuando se le escapan algunas faltas de ortografía, escribe bien, muy bien! No sabía nada cuando entró en mi despacho, y pronto se puso al corriente.
Temo al principal cuando se entere. Se indignará, sin que le falte razón para ello. Mi primo es el menos temible. No tiene opinión formada sobre el porvenir de su hija. Tal vez le parezca excelente la idea de que tú, que eres un trabajador, continúes su obra. Hay que esperar siempre algo bueno de su carácter.... ¡Otros son los que debes temer!
Era un trabajador infatigable y desde el alba que empezaba su labor con la lectura de los diarios hasta altas horas de la noche y a veces hasta la nueva aurora que solía sorprenderlo cuando, como él decía, se hallaba engolosinado por algún estudio en que ponía toda su alma para transmitirla a los lectores que el obligado por las visitas de sus amigos a quienes recibía con solícito cariño.
Únicamente se habían aceptado los adelantos del progreso mecánico, como una arma de combate contra el enemigo, contra el trabajador. En los cortijos no existía otro utensilio moderno que las trilladoras. Eran la artillería gruesa de la gran propiedad.
Basta con que el chico sea formal y trabajador». Casose luego la mayor, llamada Benigna en memoria de su abuelito el héroe de Boteros. Esta sí que fue buena boda. El novio era Ramón Villuendas, hijo mayor del célebre cambiante de la calle de Toledo; gran casa, fortuna sólida. Era ya viudo con dos chiquillos, y su parentela ofrecía variedad chocante en orden de riqueza.
Pero señor, ¿y uno va a tener la sangre fría de dejar que se lleve la plata del país? ¿Y acaso la plata es tuya? ¡Claro que es mía!..., ¿cree que no soy argentino? Y si es extranjero varía la respuesta, diciendo ¡Mía no; pero sí de mis hijos que han nacido aquí! Hay pillos de estos para quienes es una mala noticia saber que un trabajador extranjero ha abandonado el país, llevándose una fortuna.
Cuando pasaba a su lado un chico honrado y trabajador, le ponía de loco y de perdido que no había por dónde cogerlo; si, por el contrario, pasaba uno que mereciese en realidad tales dictados, como Alcántara, se hacía lenguas de él. Pepa, Clementina y Arbós suspendieron el juego para escuchar sonrientes aquel singular relato. ¿Y produce efecto el procedimiento? preguntó el ministro.
Palabra del Dia
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