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Actualizado: 5 de julio de 2025
Era muy trabajador, casi no bebía, y, al parecer, era bastante educado, porque hablaba y escribía bien el inglés, y, además, siempre estaba atormentando a los demás para que le hicieran enigmas y cifras, a cuya solución se dedicaba en sus momentos de ocio.
Quería trabajar la tierra, como su padre y sus abuelos, pero él lo destinaba al Seminario de Ibiza, ya que era listo en asuntos de letra. Sus tierras las guardaba para un muchacho bueno y trabajador que se casase con Margalida. Ya andaban muchos en la isla tras de ella, y apenas volviesen iba a empezar la temporada de los festeigs, el cortejo tradicional, para que escogiese marido.
Constábale que la persona que la interrogaba así había vivido largos años orgullosa de su matrimonio legítimo, de su honestidad plebeya, de su marido trabajador, de que en la Fábrica los citasen a entrambos por modelo de familia unida, de que en cierta ocasión el jefe hubiese proferido palabras honrosas para ella, llamándole mujer «formal y de bien». Sí, Amparo lo sabía, y por eso callaba.
El doctor recordaba las declamaciones de muchos mitins obreros, á los que había asistido por curiosidad; los apóstrofes á los explotadores de las cantinas que engordan con los sudores del trabajador, que se redondean chupándoles la sangre; y se decía con gravedad: No; pues á éstos les luce poco la tal alimentación.
Con esto, el mísero zagalillo de las montañas de Teruel se convirtió en un aprendiz listo, aseado y trabajador, que, según las profecías de los dependientes viejos, llegaría a ser algo.
Pepe era en varón lo que su hermana Leocadia en mujer; un madrileño de pura raza, pálido, de mirada inteligente, mediana estatura, palabra fácil y movimientos rápidos: el otro era su amigo Millán, que hacía el amor a Leocadia. Pepe vestía como señorito pobre: Millán como trabajador a quien siendo limpio le falta tiempo para acicalarse.
PANTOJA. Una pena... que me aflige más por ser yo quien he de causártela. Bien quisiera; pero no puede ser. ELECTRA. ¡Oh! ya estoy aterrada. PANTOJA. Por Dios, déjame hablar... no seas tan viva... Hija mía, yo no hablo mal de nadie, ni aun de los que me aborrecen. Máximo es bueno, trabajador, inteligentísimo... ¿Qué más quieres? Así, así.
Don Juan tiene treinta y tantos años, es soltero, por lo cual da gracias a Dios lo menos una vez al día, y vive solo, sin más compañía que la de sus criados. Uno entre ellos es digno de elogio: Benigno, el ayuda de cámara, que es listo, discreto, trabajador y hasta fiel, porque le trae cuenta la honradez.
La razón de ella era que Calderón no perdonaba a su esposa la apatía, la pereza, juzgando estos vicios como verdaderas calamidades, considerándose muchas veces desgraciado por haberse unido a una mujer tan holgazana. No es que el trabajo de ella importase poco ni mucho en su casa; pero su temperamento de trabajador infatigable se revelaba en presencia de otro tan diametralmente contrario.
¿Te acuerdas de lo que te decía en el tren, hablándote de él?... ¿Hace mucho que está al servicio de ustedes? Más de diez años, y gracias a él la estancia ha prosperado, porque tiene todas las condiciones imaginables, sin ningún defecto: es honradísimo a carta cabal y trabajador sin descanso. ¿Y su familia, ché?
Palabra del Dia
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