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Actualizado: 29 de junio de 2025
Dos reclinatorios de viejo terciopelo azul parecían guardar aún la huella de señoriales y delicados cuerpos que ya no existían. Quedaban sobre sus pupitres, como olvidados, dos libros de oraciones con las puntas roídas por el uso. Jaime reconoció uno de estos libros.
Era la señorita de Sardonne de bastante estatura, pero lo que sobre todo la hacía admirar era su magnífico aire: una reina. Ojos de obscuro purísimo azul, tez ligeramente morena, y al sonreír dos hoyuelos se abrían en sus mejillas. ¡Detalle por cierto encantador!
Mira le dijo el alférez , llévanos arriba, á aquella sala azul pequeña que tienes tan cuca, y que nos sirva aquella muchacha de los ojos verdes; aquella Inés... Está durmiendo... Que despierte. Y si para que nos sirva mejor se necesita muestra, hela aquí dijo Juan Montiño poniendo en las manos del hostelero un doblón de á ocho. Sonaron otros muchos en el bolsillo del joven.
Una preciosidad; un manto suave como la seda, grueso, tupido y ligero, como fabricado con plumas de fantásticas aves. Era de pieles de zorro azul, y a pesar de la estatura de Rafael, sus bordes rozaban el suelo. El joven comprendió que le habían echado sobre los hombros unos cuantos miles de francos, y tímido, con temblorosa mano, recogía el borde, temeroso de pisarlo. Leonora reía de su timidez.
Mozos y mozas formaban pintorescos grupos dentro y fuera del pórtico, que empezaban a moverse en dirección al pueblo. En uno de ellos atisbó a la morenita que le había llamado la atención. Oiga usted, Celesto, ¿quién es aquella chica morena que está a la izquierda del hombre de la boina? ¿Cuál, la del pañuelo azul?
Dentro de un cercado de cañas están los lirios y los cerezos del Japón, en sus tibores de porcelana blanca y azul. Al pie de un palmar, con las paredes de cuanto tronco hay, está el pabellón de Aguas y Bosques, donde se ve cómo se ha de cuidar a los árboles, que dan hermosura y felicidad a la tierra.
El Casino les arrebata todos los parroquianos, y este triunfo es tanto más notable, cuanto que, frente al cielo azul, al verde mar, a los bosques sombríos, al Sol radiante y a las montañas augustas y solemnes, la dirección del establecimiento no ha puesto más que una esfera giratoria con 37 números. Es, como si dijéramos, la bancarrota de la Naturaleza.
Fermín Montenegro, al ir en los días de fiesta a visitar a su familia, se encontraba siempre con los amos. Así fue aumentando insensiblemente su trato con don Pablo. En medio de la campiña, bajo el cielo de intenso azul, parecía dulcificarse el carácter imperioso de Dupont, haciéndole tratar a su subordinado con más afecto que en el escritorio.
Aquella línea azulada de los viajes que acababa de contemplar en las tazas japonesas, representando los rasgos de las nubes y el boceto de las aguas, la percibía en los azulados frescos de los muros. ¡Y esos soldados azules que se adiestraban en el manejo de las armas en las plazas, con sus cascos japoneses, y ese cielo despejado y tranquilo, azul como la flor del Vergiss-meinnicht, y ese cochero azul, que me conducía a la fonda de la Grappe-Bleue!
Presentóse el postrero Zadig, y con mucho donayre sacó de los estribos á quatro ginetes uno en pos de otro; con esto empezó la lid entre Zadig y Otames. Este traía armas de azul y oro con un penacho de lo mismo; las de Zadig eran blancas.
Palabra del Dia
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