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Actualizado: 2 de octubre de 2025
No estoy seguro de que fuese ella el objeto de nuestra reyerta, pero sé muy bien que el mismo día que íbamos á batirnos desapareció de la venta en compañía de Ivón, el arquero aquel de Gales ¿te acuerdas?
Absorto quedó el joven escudero por un momento, pero muy pronto se inclinó y tocó ligeramente el hombro de Simón. ¿Quién va? exclamó el arquero levantándose de un salto. ¡Hola, mon petit! Creí que nos sorprendía el enemigo. ¿Qué me quieres? Llevóle Roger á la ventana y díjole lo que acababa de ver.
La tercera flecha rozó el seco tronco y penetró profundamente en la tierra, á dos pulgadas de aquél. ¡Soberbio! exclamó el mutilado arquero. ¡Aprended, muchachos, que este es buen maestro! Á fe mía que si empezara á hablaros de arcos y ballestas no acabara en todo el día, dijo Simón.
Bien dicen que nuestros valientes arqueros vuelven al país no sólo ricos sino corteses, replicó la Rojana, á quien habían impresionado vivamente la franqueza, el buen humor y la generosidad de su nuevo huésped. ¡Á vuestra salud, ojos de cielo! fué la réplica del galante soldado, levantando su vaso y sonriendo á la ventera. Una cosa no veo yo muy clara, señor arquero, dijo el estudiante de Exeter.
Si no me engaño, arquero, dijo el barón adelantándose después de mirar atentamente al sorprendido cautivo, acabas de hacer prisionero al noble caballero español Don Diego de Álvarez, á quien tuve la honra de ver un tiempo en la corte de nuestro príncipe.
Iba Cabeza Negra á repetir el golpe, cuando sintió su muñeca cogida como con unas tenazas de hierro y vió á su lado á Tristán, el hercúleo arquero, que doblando hacia atrás el cuerpo del normando, haciendo gala de su increíble fuerza, acabó por romperle el brazo y tenderlo cuan largo era sobre las tablas del puente.
Pocos hombres hubieran resistido aquel ataque furioso, pero Tristán, sin perder pie, dió al arquero una sacudida terrible y lo arrojó contra la pared como disparado por una catapulta. ¡Ma foi! En poco ha estado que te ganaras el cobertor y me hicieras abrir con la cabeza una ventana más en esta honrada hostelería, dijo el sorprendido soldado, que á duras penas pudo conservar el equilibrio.
No se atrevió á mirar atrás por temor de que flaqueara su resolución, y sólo cuando hubo andado buen trecho y ocultádose entre los árboles arriesgó una última mirada. El arquero continuaba inmóvil en el lugar mismo donde se habían despedido, cruzado de brazos y mirando al suelo pensativamente.
Item más, un paquete con un cáliz y dos crucifijos, todo ello de plata de ley y hallado por mí en la iglesia de San Dionisio de Narbona, durante el saqueo de aquella ciudad; objetos que me apropié para evitar que cayeran en manos peores que las muy limpias de un arquero del rey Eduardo. ¡Corriente, monigotes! La cuenta está completa.
Mala recomendación esta última, dijo el señor de Morel frunciendo el ceño; y si á tu hermano te pareces por los hechos.... Lejos de eso, señor, dijo vivamente el arquero. Puedo aseguraros lo contrario, y á fe que hoy mismo lo amenazó de muerte su hermano y le soltó los perros. ¿Perteneces también á la Guardia Blanca? Á juzgar por tu rostro, edad y porte, no has tenido mucha práctica militar.
Palabra del Dia
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