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Actualizado: 18 de junio de 2025
Fernández necesita un empleado en su hacienda de Santa Clara. Allí ganarás un poco más. Temo una cosa.... ¿Cuál? ¿No servir para el caso? Sí... ¡qué entiendo yo de cosas de campo! Aprenderás, muchacho. No seas tímido, porque nunca harás letra. Estarás allí muy contento. Fernández es persona muy fina. Trata muy bien a sus empleados.
Pocos hombres hubieran resistido aquel ataque furioso, pero Tristán, sin perder pie, dió al arquero una sacudida terrible y lo arrojó contra la pared como disparado por una catapulta. ¡Ma foi! En poco ha estado que te ganaras el cobertor y me hicieras abrir con la cabeza una ventana más en esta honrada hostelería, dijo el sorprendido soldado, que á duras penas pudo conservar el equilibrio.
Para ti tendré hermosura corporal y juventud lozana. ASCLEPIGENIA. No te alucines, Proclo. La juventud que se fue, no vuelve nunca. Venus Urania no te visitó sin motivo. En cuanto a la riqueza, doy por cierto que no ganarás jamás un óbolo con toda tu filosofía, a no ser que apeles al milagro. PROCLO. Pues bien; al milagro apelo. Ahora vas a ver quién yo soy. ¡Aquí te quiero, oh Teurgia!
Me darás la suerte... No muevas la cabeza; te digo que me darás la suerte. Lo afirmó con tal convicción, que Miguel desistió de su negativa. Ven; tú ganarás: te lo prometo. Vas á ganar, sea cual sea el resultado. Si me dejan limpia, mañana pasearemos por los jardines de Mónaco, como la otra vez. Y si gano... ¡si gano lo que yo deseo!... No necesitó decir más.
Esta vida no es más que un mediano pasar: así lo encontramos y así lo hemos de dejar; y por mucho que miremos para el Cielo no ha de caer el maná... «Ganarás el pan con el sudor de tu frente», dijo quien dijo, y no hay más. ¿Qué saca usted de ponerse a cavilar sobre si el alma es esto o aquello?
1076 Cuando la tormenta brama, el mar, que todo lo encierra, canta de un modo que aterra, corno si el mundo temblara: parece que se quejara de que lo estreche la tierra. MARTÍN FIERRO 1077 toda tu sabiduría has de mostrar esta vez; ganarás sólo que estés en baca con algún Santo. La noche tiene su canto, y me has de decir cuál es.
JOAQUÍN. Indudablemente eso está en la sangre. ¡Por vida de...! Si no ganas ese endiablado pleito, no hay justicia en la tierra... ni en el cielo. ¡Ay! Isidora, no sé por qué el Champagne da a mi alma un vigor que ya no tenía. Ello es que siento deseos de echarme a pensar cosas agradables. JOAQUÍN. Ganarás el pleito... Yo me casaré contigo...
Y cada «ta», por el tono con que don Alvaro lo suelta, parece un centón de blasfemia y una letanía de maldiciones. Doña Inés suele acudir entonces, y dice: ¿Por qué chillas tanto, diantre de hombre? Lo que tú padeces nada vale en comparación de la hiel y vinagre que dieron a Cristo. ¿Piensas tú que chilló nunca Job en el muladar tanto como tú chillas ahora? ¡Sufre y ganarás el cielo!
Y como yo deseo que lo seas con distinción y suavidad, sin desafuero de ninguna clase, con la compostura y modestia que se requieren, y conservando ese maravilloso candor, ese aspecto de inocencia purísima que Dios ha puesto en tu ademán y en tu semblante, por eso te recomiendo el arte divino. Y con ese arte, ¿qué ganaré? Ganarás que te amen. Vamos a un caso particular.
No habías de pasarte lo mejor de la vida escribiendo papelotes en casa de don Juan. En la hacienda estarás muy bien; ganarás buen sueldo, porque ese señor sabe pagar a los que le sirven; vendrás a vernos cada quince días, y todos estaremos muy contentos. Tía Pepa entraba y salía.
Palabra del Dia
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