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Aquel altarito levantado a fuerza de meditaciones y de gimnasias de la razón, se resquebrajaba como si le temblara el suelo. «El cuarto de la izquierda... de modo que... Eso es estar vendida... Una puerta aquí, otra allí...». Lo que te digo, una patita en la trampa; sólo te falta meter la otra.

1076 Cuando la tormenta brama, el mar, que todo lo encierra, canta de un modo que aterra, corno si el mundo temblara: parece que se quejara de que lo estreche la tierra. MARTÍN FIERRO 1077 toda tu sabiduría has de mostrar esta vez; ganarás sólo que estés en baca con algún Santo. La noche tiene su canto, y me has de decir cuál es.

Como durante el día, Petrov unas veces no se atrevía a moverse y parecía un cadáver, y otras sacudía todo el cuerpo, como si temblara de frío. Todo su horror se concentraba en su madre, en la pobre vieja de cara pálida. No pensaba ya que fuera cómplice de los médicos que querían perderle. Ni siquiera razonaba el horror que le inspiraba; pero temía ver su cara y oírle decir: «¡Hijito mío

28 Apercibid contra ella naciones; a reyes de Media, a sus capitanes, y a todos sus príncipes, y a toda la tierra de su señorío. 29 Y temblará la tierra, y se afligirá; porque confirmado es contra Babilonia todo el pensamiento del SE

10 Delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor. 11 Y el SE

Era el gallito del barrio, el perdonavidas de la partida, capitán de gorriones, bandolero mayor de aquellos reinos de la granujería, angelón respetado y temido por su fuerza casi varonil, por su descaro, por su destreza en artes guerreras y de juego. Así no hubo en el cotarro uno solo que no temblara al oírle gritar: «¡Estarvus quietos!.., ¡vus voy a reventar!...».

En ciertos momentos, llegaba el mar hasta veinte pasos de nuestra habitación, no dando un solo golpe sin que temblara la casa. Desde el primer día tuvimos precipitadamente, y no sin gran trabajo, que cerrar las ventanas y encender luz para poder distinguir los objetos en pleno día: en las habitaciones que daban al campo, el estruendo y la conmoción eran tan notables como en las demás.