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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Ya se ve, tiña decía cuando yo pasaba, y por eso me detuve á escuchar: dende que vais al voto y á esos pedriques con el señorío pudiente, y andáis tan empavesaos, ¿que vus ha de paicer este patache carbonero?
Yo lo que digo es que muerto el perro se acabó la rabia, y que muerta la cabeza, manos y pies se mueren... Miales, miales; dan vueltas para que les vean mejor. Ahora vuelven para acá; ya vus hemos visto bien. »¡Valientes perdularios! Si hubiera un hombre de corazón, ¿a dónde iríais a parar todos?
Después el gran coche con seis caballos... Puño, y toda esa gente de galones, ¿para qué sirve? Miale, miale, cómo saluda a todo el mundo, sombrero en mano; y ella también saluda, moviendo la cabeza. Descuidar, que alguno habrá que vus arregle.
No vus perdáis, muchachos volvió a decir el otro, sin soltar de la boca sucia el caramelo largo. ¡Que le achuche, que le achuche!» graznaron varios, arremolinándose. El Majito y Colilla, que así se llamaba el del carbonero, se sacudieron el primer golpe en los hombros. «¡Leña! ¡Atiza!». A los primeros golpes cayó a tierra el ros.
Era el gallito del barrio, el perdonavidas de la partida, capitán de gorriones, bandolero mayor de aquellos reinos de la granujería, angelón respetado y temido por su fuerza casi varonil, por su descaro, por su destreza en artes guerreras y de juego. Así no hubo en el cotarro uno solo que no temblara al oírle gritar: «¡Estarvus quietos!.., ¡vus voy a reventar!...».
Si se le replicaba que precisamente para mejorar las condiciones del oficio era para lo que se le quería atraer al partido, añadía hecho un veneno: Pamemas, tiña; que si tan bueno fuera lo que tenéis á la mano, no vos acordarais de ofrecérmelo á mí; sus lo guardarais para vusotros, retiña.... ¡Si soy mule viejo!... ¡no vus canséis en calarme la sereña! Y no mordía la ujana, el muy ladino.
Y lo que usté no guipa, porque ya está fuera de combate respondiéronle en son de zumba. ¡Pintura, digo yo á eso! replicó el veterano con mucho retintín; aunque bien desaminao el ite de ese particular, ¿qué tenéis ya que recibir de naide? ¿Qué vus falta?
Al ver a la santa parlamentando con ellos, salió de su tenducho y encarándose con la infantil cuadrilla, les dijo: «Ya veis, gateras, lo que vus dice la señorita. Que vus estéis quietos, que vus estéis callados, que si no, vus llevará a todos a la cárcel».
No vus perdáis, muchachos; no vus perdáis dijo en tono conciliador el del herrero, interponiéndose. Ponte atrás, ¡coles! gritó el Majito . ¡Qué coles! Si no te pones atrás, verás... Que no me da la gana, hombre... Achúchale, achúchale dijeron algunos que querían ver reñir al Majito con el hijo del carbonero.
En esto son iguales a los ricos: quizás les llevan ventaja, porque cuando tocan a charlar, no se ven cohibidos por las conveniencias usuales de la conversación, que poniendo entre el pensamiento y la palabra gruesa costra etiquetera y gramatical, embotan el gusto inefable del dime y direte. «¿No vus dije que D. Carlos no faltaba hoy? Ya lo habéis visto.
Palabra del Dia
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