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Actualizado: 11 de junio de 2025


A Cirilo se le apretó el corazón. Aquella alegría de su pobre esposa, ciega en lo mejor de la vida, le removía las entrañas como si quisieran arrancárselas. No pudo contestar; hubo una larga pausa. De repente Visita aproximó su rostro al suyo y le besó en los ojos. ¡Ya sabía que estabas llorando...! No llores, tonto... ¡Si soy feliz, enteramente feliz! ¿Qué importa que no pueda ver esas montañas?

La reina deseó también cerciorarse del prodigio, metiendo la punta de su rosado dedo en la boca de Villameloncito, y don Tadeo Calomarde, que llegó en aquel momento, quiso hacer la misma experiencia, introduciéndole el suyo manchado de tinta. Mas el niño apretó entonces fuertemente sus precoces herramientas, haciendo lanzar al ministro un ligero chillido.

Entonces Ester, trémula y convulsa, apretó con la mano el signo fatal, como si instintivamente quisiera arrancárselo del seno. ¡Tan intensa fué la tortura que le causó la acción de aquella criaturita! Y como si la agonía que revelaba el rostro de la madre, no tuviera otro objeto que divertirla, la niñita fijó las miradas en ella y se sonrió.

Sabía música, pero había ido al teatro pocas veces; así que las melodías inspiradas de la ópera de Bellini le causaban profunda impresión, que se traducía por un leve temblor de las pupilas y los labios. Cuando llegó el sublime canto del tenor que empieza A te, oh cara, me apretó con fuerza la mano exclamando por lo bajo: ¡Oh qué hermoso! ¡oh qué hermoso!

Lucía dio otros dos pasos, pero fue hacia Artegui, y con uno de esos movimientos rápidos, infantiles, festivos, que suelen tener las mujeres en las ocasiones más solemnes y graves, se apretó la holgada bata en la cintura, y manifestó la curva, ya un tanto abultada, de sus gallardas caderas. Sacudió la cabeza, y dijo: ¿Cree usted eso? Pues Don Ignacio.... ¡ya mandará Dios quien me quiera!

Caminaron lentamente hacia la estación del funicular por calles solitarias, entre muros de jardín, con un lado amarillo de sol y el otro azul de sombra. Ella fué la que buscó el brazo de Ulises, apoyándose con un abandono pueril, como si la fatiga la hubiese dominado desde los primeros pasos. Ferragut apretó este brazo contra su cuerpo, sintiendo inmediatamente la excitación del contacto.

Yo estaba tan mal ahorcado, que no podia ser mas: el executor de las sentencias de la santa inquisicion, que era subdiácono, es verdad que quemaba las personas con la mayor habilidad, pero no entendia cosa en materia de ahorcar: la soga que estaba mojada apretó poco, en fin todavía estaba vivo.

El perro, sorprendido por el tono suave de la orden, vaciló; por fin se lanzó entre las urces, y al punto mismo se oyó un revoloteo, y el bando salió en todas direcciones. ¡Ahora, condenado, ahora! ¡Ese tiro! gritó don Eugenio. Julián apretó el gatillo.... Las aves volaron raudamente y se perdieron de vista en un segundo.

Al salir, pasó a mi lado y me dijo precipitadamente: Vaya usted a verme mañana temprano, se lo ruego... Me hará usted un gran servicio... Ya sabe usted que salimos a las nueve. Vacilé, extrañada, pero ella me tomó la mano, me la apretó con fuerza y me dijo: ¡Si usted supiera!... Vaya usted; se lo suplico.

Aquí estoy yo para sacarte de un apuro; digo, para partir contigo un pedazo de pan, porque yo también soy pobre y más desgraciado que , ¿sabes? porque el frío, el hambre, se soportan; pero ¡ay! otras cosas....» Apretó el paso sin reparar en la cara burlona de su favorecido, y siguió dando, dando, hasta que le quedaron pocas piezas en el bolsillo.

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