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Actualizado: 10 de julio de 2025
De pronto la puerta se abrió, y ambos nos pusimos de pie; pero en vez de la linda joven chispeante y de corazón noble, con voz musical y semblante alegre y franco, entró el hombre barbudo, de anteojos, arcos de oro, que en un tiempo había sido contramaestre del buque Annie Curtis, de Liverpool, y después el socio secreto de Burton Blair.
Verdugo diligente e implacable, dispuesto a vengar en las manos infantiles el menor desmán, cualquiera osadía contra los poetas del siglo de Augusto, don Román no se andaba con chicas, ni tenía piedad; quien la hacía la pagaba, así fuera el hijo del alcalde. Don Román se detuvo a dos pasos de mí. Me vió atentamente, y componiéndose los anteojos me preguntó en tono de notario aburrido.
Se puso éste con calma los anteojos, la leyó atentamente y luego sacudió la cabeza con tristeza. ¡Pobre Manuel! Un antiguo agente de negocios, compañero suyo, había quedado arruinado tiempo hacía; venía viviendo en la mayor miseria y por fin le notificaba que el casero le había puesto los muebles en la calle y le pedía por el amor de Dios que le diese veinte duros.
No tardaron en advertir que a su vez fueron reconocidas, considerada la expresión de fisonomía de los vecinos y el incesante jugar de los anteojos; Mariana se expresaba con viveza, pareciendo mostrar decidido empeño en llamar la atención del marqués sobre el palco de Fabrice.
Cordial y afable con sus iguales, era, sin embargo, muy fría e inflexible con sus inferiores teniendo el hábito de mirarlos a través de sus anteojos cuadrados de arcos de oro, y examinarlos como si hubiesen sido extraños seres de diferente carne y sangre.
Eran oficiales convalecientes, franceses, canadienses, australianos, ingleses, y revueltas con ellos, enfermeras de varios tipos; unas con velos monacales y aspecto frágil; otras varoniles, con corbata y levita de botones dorados, sin otra prenda femenil que la falda... Algunas más viejas, de pelo corto, cara roja y grandes anteojos de concha, exigían un detenido examen para que de su aspecto híbrido pudiera surgir la convicción de que eran mujeres.
Yo estaba bien dispuesta para con ella; pero parecía un poco envidiosa... sin duda porque yo no tenía anteojos. La joven se echó a reír agitando los rizos que revoloteaban en torno de su frente. ¿No siente usted, entonces, que se haya marchado? Realmente, sí. Se sabe lo que se deja, pero no lo que se toma; y ya que mi querida mamá no me juzga capaz de gobernarme yo sola...
Los anteojos eran de gruesa armadura blanca, con cristales redondos, y la cofia, de tul negro con cintas moradas. ¡Era cuanto había que ver doña Ramona haciendo media, desde que necesitaba anteojos y papalina!
Por de pronto nadie ignora que esto sucede cuando median ciertas distancias, pues que el uno ve con toda claridad lo que el otro ni siquiera divisa; para el uno es superficie, lo que para otro no llega á ser ni un punto. Todos experimentamos á cada paso la gran variedad de magnitud en los objetos, cuando nos ponemos ó quitamos los anteojos, ó los tomamos de diferente graduacion.
Los ocho planetas son, par orden de sus distancias al Sol: Mercurio Venus La Tierra Marte Júpiter Saturno Urano Neptuno Además, entre Marte y Júpiter circulan multitud de planetas muy pequeños, separando así á los planetas inferiores de los grandes planetas. Llámaseles pequeños planetas ó planetas telescópicos, porque no se les puede ver más que con anteojos poderosísimos.
Palabra del Dia
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