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Todos, despues de hecha en sus personas la purificacion que prescriben la Ley y la Sunnah, se acercan en respetuoso silencio á la regia cámara, y entre el numeroso tropel que rodea el lecho mortuorio distinguimos primeramente á un hombre de rostro lampiño y macilento, abultado de cuerpo y lujosamente ataviado: es el eunuco Mansur, primero entre los de su especie que alcanzó en la España árabe el honor de ser encumbrado al cargo de hagib, y en quien el mérito personal justifica lo que á los ojos de los varoniles Yemenitas solo la tradicion asiática puede hacer tolerable.

El argumento, con su varia y rica alternativa de las más diversas imágenes y situaciones; con sus caballeros, tan valerosos y tan inquietos, siempre amando ó peleando, y con sus damas varoniles, se nos presenta al alma como un sueño agradable, respirando dulce soñolencia; los cuadros tan sentidos que en ella se trazan, á la vez que su dicción galana y abundante, ya sublime, ya atrevida, ya dulce, ya agradable, realzan más el encanto de su conjunto.

Basta decir que la conversación se caracterizó por la exaltación intelectual, el cauteloso respeto, la meticulosa delicadeza, la precisión retórica y por el mismo discurso lógico y coherente que distinguen a estas varoniles reuniones en localidades más civilizadas y en donde reina el más fino trato social.

Lo que la familia admite es que la muerte de su madre la impresionó tan vivamente, que hubo de proponerse, como el otro, no servir a más señores que se le pudieran morir. No nació aquella sin igual mujer para la vida contemplativa. Era un temperamento soñador, activo y emprendedor; un espíritu con ideas propias y con iniciativas varoniles.

Si el puntilloso honor de nuestra casta no se hubiese trocado, agora, en acoquinamiento y bajeza, ¿quién osara tales atrevimientos? ¡Ea!: mostremos que de algo vale aquella sangre delicada que heredamos de nuestros mayores. Es tiempo ya de resoluciones varoniles. Perdamos, si es preciso, la vida en la demanda, antes que la honra.

Los demás oficiales no ofrecían absolutamente nada de particular en sus rostros: facciones abultadas, ojos negros, bigotes retorcidos, perillas puntiagudas, fisonomías vulgares en un todo, aunque varoniles. Se comprendía a primera vista que les venía muy ancha la toga.

Pero para un hombre como él, que debía morir joven todavía de cuerpo y espíritu a los noventa años, con todos sus dientes, todos sus cabellos y en toda la varonil belleza de una vejez fuerte, treinta y ocho años representaban la flor de la existencia. Era de elevada estatura, porte militar, líneas varoniles y carácter severo. La altivez y la franqueza leíanse en su fisonomía a primera vista.

Y la anchura y la rectitud de su frente revelaban poco común inteligencia. Se notaba en todo su aspecto un no qué de bondadoso, de simpático y de egregiamente distinguido. Sus manos sin guantes, aunque fuertes y varoniles, eran aristocráticas, muy cuidadas y bonitas, con dedos afilados en la extremidad y encanutadas las uñas, en vez de ser cortas y chatas.

Sentían en sus cuerpos la presión de brazos varoniles y sonreían con cierta beatitud, como absolviéndose anticipadamente de todos los contactos que pudieran sufrir en el dulce abandono del bienestar.

De América soy hijo: a ella me debo. Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me consagro, esta es la cuna; ni hay para labios dulces copa amarga ni el áspid muerde en pechos varoniles; ni de su cuna reniegan sus hijos fieles.