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No tiene, en verdad, ninguna planta rara ni ninguna flor exótica; pero sus plantas y sus flores, de lo más común que hay por aquí, están cuidadas con extraordinario mimo. Varios canarios en jaulas doradas animan con sus trinos toda la casa.

Luego aquel aire elegante, aquella levita negra cerrada, sin una mota, planchada, estirada, cual si hubiera nacido en la misma piel del sujeto; aquellos cuellos como el ampo de la nieve, altos, tiesos; aquel pantalón que parecía estrenado el mismo día; ¡aquellas manos de mujer cuidadas con esmero...!

Esa noche vi pasar ante mis ojos, en sueños, la figura plácida del ministro del Interior , con sus cuidadas patillas canosas, sus verrugas y lunares, y la eterna sonrisa bondadosa con que acompañaba sus saludos graves, correctos y parsimoniosos.

Es fácil forjarse la ilusión de que se está en el seno de la naturaleza solitaria. La paz es profunda y sólo la interrumpe el canto de un pájaro o el mugido de una vaca. Los excursionistas recorrieron las cuadras, que estaban bien cuidadas, pues el conde tenía afición a la ganadería. Sin embargo, Saleta afirmó que las había visto en Holanda mucho mejores.

Imágenes horribles era lo que inspiraba la contemplación de estos campos abandonados; y su tétrica miseria aún resaltaba más al contrastar con las tierras próximas, rojas, bien cuidadas, llenas de correctas filas de hortalizas y de arbolillos, á cuyas hojas daba el otoño una transparencia acaramelada.

De Berna solamente, ciudad que solo cuenta treinta mil habitantes, parten diez y nueve carreteras, tan sólidas, tan lisas, tan cuidadas, tan bellas, que nada dejan que desear. Admira doblemente semejante estado de las vias públicas, recordando que el pais, subdividido en tantos gobiernos como cantones, y pobre como es, apénas se comprende quién y cómo las ha hecho.

Bien cuidadas sendas iban de un lugar a otro, entre dos hileras de árboles copudos y umbríos. Los frutales más preciosos se ostentaban en las huertas.

Los hortelanos son arteros y maliciosos; ya lo dicen los viejos sainetes y los cuentecillos de las florestas. Con sus mañas los hortelanos persuaden a las plantas silvestres a que dejen sus parajes bravíos; les dicen que en los cuadros de los huertos lucirán más su belleza; que tendrán lindas compañeras; que, en fin, estarán mejor cuidadas.

Yo me he apoderado de un barril de harina y de una enorme botija llena de aceite, y valiéndome de estas sustancias voy a daros, mientras dure nuestra navegación, una fruta de sartén, distinta cada día. Teletusa cumplió su promesa, y sin estropear sus manos, que las tenía bonitas y bien cuidadas, amasó y frió de diario los más deliciosos y diferentes manjares farináceos que imaginarse pueden.

Ya habrás visto que son las más cuidadas. ¿Qué es lo que puede faltarles? ¿Carecen por ventura de algo que puedan poseer sus compañeras? ¿No disfrutan como ellas de la vista del cielo? ¿No las acaricia el sol del mismo modo? Me dirás que eso es al través de los cristales, pero cuenta también que éstos las resguardan del viento y de la lluvia, que tronchan las demás flores.