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Como sin embargo de la ablucion general se requiere para antes de orar la purificacion ceremonial ó sagrada, llamada alguado, que consiste solamente en lavar la cara, las manos hasta los codos, la cabeza, y los piés hasta los tobillos, con el aditamento de enjuagarse la boca, sonarse sorbiendo el agua y frotarse los oidos, que ha establecido la Sunnah, es claro que el que se propone cumplir religiosamente estas ceremonias tiene bastante en que entretenerse antes de principiar la oracion pública.

Los musulmanes dan una importancia suprema á todos los actos exteriores, porque las grandes promesas de Mahoma se libran en ellos. «Al que se lava el cuerpo segun manda la Sunnah, y va temprano al templo, y se pone cerca del Imam para oirle con atencion sin hablar palabra, le escribe Dios nuestro señor, dicen los doctores del Koran, por cada paso que , el premio correspondiente á un año de adoracion, y á un ayuno de todos los dias.» «El dia del juicio, añaden, se le aparece la Aljama en forma de hermosa figura ataviada con vistosos arreos: él pregunta: ¿quién eres? y ella le responde: soy la Aljama, que vengo á atestiguar delante de Dios cómo acudiste al cumplimientoCeremonias exteriores tan poderosas, que sirven de espiacion y justificacion, y que equivalen en mérito á la mas rigorosa penitencia, escusado es decir si se observarán escrupulosamente.

Sobre esas columnas voltearemos arcos que imiten sutiles banderas henchidas por el viento de la fortuna, y sobre el conjunto descansará una rica techumbre de alerce incorruptible, así como en mis soldados descansa en España la incontaminada Sunnah, que á todos nos ampara.

»Para ellos claustros lóbregos y silenciosos, para nosotros las cristalinas fuentes y verdes arrayanes de los jardines; para ellos la vida triste y recelosa del castillo, llena de privaciones; para nosotros la existencia risueña y tranquila de la academia; para ellos la intolerante y suspicaz tiranía; para nosotros la monarquía clemente y paternal; para ellos la ignorancia popular; para nosotros la instruccion, pública y gratuita; para ellos los yermos, el celibato, el sacrificio, el martirio voluntario; para nosotros los campos fértiles, el amor, la fraternidad, la bienandanza, las comodidades y deleites; para ellos los penosos preceptos de la Iglesia, las enconadas disputas de los concilios; para nosotros los fáciles mandatos de la Sunnah y los entretenidos certámenes de los sabios y poetas.

Todos, despues de hecha en sus personas la purificacion que prescriben la Ley y la Sunnah, se acercan en respetuoso silencio á la regia cámara, y entre el numeroso tropel que rodea el lecho mortuorio distinguimos primeramente á un hombre de rostro lampiño y macilento, abultado de cuerpo y lujosamente ataviado: es el eunuco Mansur, primero entre los de su especie que alcanzó en la España árabe el honor de ser encumbrado al cargo de hagib, y en quien el mérito personal justifica lo que á los ojos de los varoniles Yemenitas solo la tradicion asiática puede hacer tolerable.

En las aljamas ó mezquitas principales debia haber sermon y lecturas piadosas todos los viernes ó jumas, y todo fiel musulman debia oirlas pudiendo salir de su casa al nacer el sol para volver á la puesta. Por eso la Ley y Sunnah les recomendaba que viviesen lo mas cerca posible de las aljamas.

Tendrian sus tribunales particulares donde todas sus contiendas se decidirian por el Koran y la Sunnah; pero en los litigios con los cristianos estarian sujetos á los tribunales ordinarios. En cuanto á tributos, vemos que los que se les imponian eran realmente arbitrarios.

Sunnah equivale á tradicion. Habia entre los musulmanes dos famosas sectas, los Sunnitas y los Schiitas. Los primeros reconocian como sucesores legítimos de Mahoma á los tres Califas Abu-Beckr, Omar y Othman, al paso que los segundos sostenian que habian sido usurpadores de una soberanía que solo pertenecia de derecho á Ali, primo del Profeta, y á quien este llamaba su hermano.

La hacienda de Abde-r-rahman se hallaba en estado floreciente á pesar de los cuantiosos gastos que habia tenido que hacer para dar esplendor al naciente Califato: sus prodigalidades con los hombres dedicados á la ciencia y la literatura, el numeroso ejército que habia constantemente mantenido en pié para sofocar en todas partes los gérmenes de la rebelion, las costosas obras que habia emprendido para que rivalizase Córdoba en lujo, magnificencia, palacios, jardines, alamedas, casas de recreo y de placer, con las ciudades de Bagdad y Damasco, habian agotado á veces sus arcas; pero estas se habian vuelto á colmar cuantas veces habia sido menester merced á la habilidad con que el descendiente de Merwan sabia hacer fecunda la estéril roca de la Sunnah.

A la edad de ocho años ya sabia las máximas del Koran y las tradiciones de la Sunnah, la gramática, la poética, los proverbios árabes, las biografías de los príncipes, la política y el arte de regir los imperios. Monta á caballo con gallardía, maneja con destreza el arco y el dardo, sabe hacer uso de toda clase de armas.