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Actualizado: 1 de octubre de 2025
Marcha, marcha derecho al Occidente: Allí de un nuevo mundo está el arcano, Que adivinó tu genio soberano, Y que ves con los ojos de la mente. Fíate en Dios cuando los mares sondas, Que si no existen mundos ignorados, Han de surgir del seno de las ondas: Naturaleza y genio son aliados, Y todo cuanto el genio ha prometido Naturaleza siempre lo ha cumplido.
Pero otras preocupaciones más importantes atormentaron al coronel. Se había iniciado la temida ofensiva. Los telegramas de la guerra eran lacónicos y tristes. Retrocedían los aliados ante el avance alemán. Sus líneas no se rompían, pero vacilaban, se encorvaban bajo los abrumadores golpes del enemigo. Todos los días se perdían docenas de pueblos y grandes espacios de terreno.
Así, ustedes, por ejemplo, en lugar de ser maltratados, serían muy bien recibidos en el cuartel general de los aliados. Conocen ustedes la comarca, podrían servir de guías y les pagarían espléndidamente. Hubo un instante de silencio; los cazadores se miraron otra vez; el padre había extendido las manos sobre la mesa, abriéndolas mucho, como aconsejando a sus hijos que tuvieran calma.
No me quiero acordar de lo del cabo de Finisterre, donde por la cobardía de nuestros aliados perdimos el Firme y el Rafael, dos navíos como dos soles, ni de la voladura del Real Carlos, que fue una traición tal, que ni entre moros berberiscos pasaría igual, ni del robo de las cuatro fragatas, ni del combate del cabo de...
Un domingo de Septiembre, á la hora en que paseaban los parisienses aprovechando el hermoso atardecer, supieron por los periódicos el gran triunfo de los aliados y el peligro que habían corrido. La gente se alegró, pero sin abandonar su actitud calmosa. Seis semanas de guerra habían cambiado radicalmente el carácter de París, bullanguero é impresionable.
El Almirante contestó, que se alegraba de mí sinceridad; y creía que así, filipinos y americanos debíamos tratamos como aliados y amigos, exponiendo con claridad todas las dudas para la más fácil inteligencia entre ambas partes, añadiendo que, según tenia manifestado, =Estados Unidos reconocería la Independencia del pueblo filipino,= garantida por la honrada palabra de los Americanos, de mayor eficacia que los documentos que pueden quedar incumplidos, cuando se quiere faltar á ellos, como ocurrió con los pactos suscritos por los Españoles, aconsejándome formara enseguida la =bandera nacional= filipina, ofreciendo en su virtud reconocerla y protegerla ante las demás Naciones, que estaban representadas por las diferentes escuadras que se hallaban en la bahía, si bien dijo, que debíamos conquistar el poder de los españoles, antes de hacer ondear dicha bandera, para que el acto fuera más honroso á la vista de todo el mundo, y sobre todo, de los Estados Unidos, y para que cuando pasaran los buques filipinos con su bandera nacional por delante de las escuadras extranjeras infundieran respeto y estimación.
Oído el tiroteo por nuestras tropas acudieron inmediatamente en auxilio de los amigos y aliados, haciendo huir á los españoles y recuperando los fusiles y cañones de su poder, cuyos armamentos ordené fueran devueltos á los americanos en ley de buena amistad.
Tal vez extrañará alguno de los que me oyen o me leen, que con tan buena amistad fuera recibido un extranjero protestante en casa donde imperaban ciertas ideas con absoluto dominio; pero a esto les contestaré que en aquel tiempo eran los ingleses objeto de cariñosas atenciones, a causa del auxilio que la nación británica nos daba en la guerra; y como era opinión o si no opinión, deseo de muchos, que los ingleses, y mayormente los hermanos Wellesley, no veían con buenos ojos la novedad de la proyectada Constitución, de aquí que los partidarios del régimen absoluto trajeran y llevaran con palio a nuestros aliados.
Los buques de guerra y los transportes aliados navegaban con pocas luces ó completamente á obscuras. Los que hacían centinela en el puente ya no miraban la superficie del mar y sus pálidas fosforescencias. Sondeaban el horizonte, temiendo que surgiese ante la proa una forma negra, enorme y veloz, vomitada por la obscuridad.
Si los aliados ponen sitio a las plazas fuertes lo que prolongaría mucho la campaña , no hay que temer nada; pero eso es poco probable. Después de intimar a rendirse a Huningue, Belfort, Schlestadt, Estrasburgo y Falsburgo, de este lado de los Vosgos; Bitche, Lutzelstein y Sarrebrück, del otro, creo que vendrán sobre nosotros.
Palabra del Dia
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