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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Estos consejos no tenían término, y si se tomara acta de ellos, ofrecerían un curioso registro enciclopédico de esta pasión mujeril que hace en el mundo más estragos que las revoluciones. Las dos hablaban en voz baja para que no se enterase Bringas, y era su cuchicheo rápido, ahogado, vehemente, a veces indicando indecisión y sobresalto, a veces el entusiasmo de una idea feliz.

Las obscuras siluetas de varios hombres se destacaban sobre su lomo... Creyó oír gritos. ¡Ferragut!... ¿Dónde está el capitán Ferragut? «¡Ah, no!... Mejor era morir.» Y se mantuvo asido al madero, inclinando la cabeza como si estuviese ahogado. Luego, al cerrar la noche, oyó otros gritos, pero eran de socorro, de angustia, de muerte.

Repito que el mundo, hasta el siglo XIV de nuestra era, venia del Asia; y que el Asia venia de la ley de la contradiccion; esa ley abolida por el Evangelio; ese mónstruo ahogado por la sangre vertida en la cruz; esa fosa de la humanidad cegada por el mártir del monte Calvario. ¡Mundo pagano, mundo gentil, no luches, basta!

Córdoba, como todas las ciudades argentinas, tenía su elemento federal, ahogado hasta entonces por el Gobierno absoluto y quietista, como el de Bustos. Desde la entrada de Paz, este elemento oprimido se manifiesta en la superficie, mostrando cuanto se ha robustecido durante los nueve años de aquel Gobierno español.

El pobre Juan, que siempre había guardado en el pensamiento la quimera de la venida de su hermano, ahogado ahora por la desgracia, comenzó a alimentarla con afán.

Ambos aguzaban su oído. «Ya no se oye nada observó Deogracias, poniéndose más estúpido . Se han ahogado...». No sabía el muy bruto la puñalada que daba a su ama con estas palabras. Jacinta, sin embargo, creía oír el gemido en lo profundo. Pero aquello no podía continuar. Empezó a ver la inmensa desproporción que había entre la grandeza de su piedad y la pequeñez del objeto a que la consagraba.

Se enardecían un instante al recordar el peligro; luego volvían á mostrarse indiferentes y fatalistas. Si he de morir ahogado acababan diciendo , será inútil cuanto haga por evitarlo.

Federico se arrodilló a mi lado, puesta la mano en mi hombro. Hable Vuestra Alteza en voz baja dijo Sarto al llegar con la Princesa a nuestro lado; y después un grito ahogado, que parecía expresar alegría y temor a la vez, y su voz que decía: ¡Es él! ¿Estás herido, sufres? Corrió a mi lado y con suave esfuerzo apartó mis manos, pero yo seguí con los ojos fijos en tierra.

Ciérranse sus poros, le falta aire respirable; siéntese ahogado, empero conserva su forma y queda árbol de piedra, espectro de árbol, sombra lúgubre sin fuerzas para desaparecer, cautiva en la muerte misma. Mucho antes de vislumbrarse el mar, se oye y se adivina el temible elemento. Primero un rumor lejano, sordo y uniforme. Poco á poco cesan todos los ruidos dominados por aquél.

Manso, pacífico, benigno, Valentín hubiera apurado un cáliz de hiel y veneno al oir mi revelación; no hubiera sido mi juez inexorable, sino hubiera acabado de ser mi víctima, y yo, réproba, llena de satánica soberbia, hubiera ahogado el manantial de la compasión y de la ternura con desdén, hasta con asco, de una resignación santa, que el demonio mismo me hubiera pintado como enervada flaqueza.

Palabra del Dia

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