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Actualizado: 11 de junio de 2025
Macizas, grasientas y viscosas ondas, donde la vida fermenta en la levadura de la vida. Por centenares de leguas, en longitud y latitud, parece aquello un volcán de leche, y de leche fecunda que ha hecho erupción y ahogado al mar.
Y al mismo tiempo se siente empujado con fuerza prodigiosa. Martín abre la puerta; y, mostrando con el puño de la fusta la obscuridad de la noche, se planta en medio de la sala. ¡Vamos! ¡fuera! grita con una voz que hace temblar los vasos sobre la mesa. Los bebedores, jóvenes calaveras en su mayor parte toman sus sombreros y se retiran intimidados; apenas se oye un murmullo ahogado.
¡Ay, Señor!... ¡Ha muerto! ¡Mi Antoñico se ha ahogado! ¡Está en el mar! Sí, mujer dijo el marido lentamente con torpeza, balbuceando y como si le ahogaran las lágrimas . Somos muy desgraciados. El chico ha muerto; está donde su abuelo; donde estaré yo cualquier día. Del mar comemos y el mar ha de tragarnos... ¡Qué remedio! No todos nacen para obispos. Pero su mujer no le oía.
Soledad recibió sin pestañear la rociada de injurias que le escupió á la cara. Cuando hizo una pausa se volvió sin responder palabra y salió de la estancia. Al trasponer la puerta dejó escapar un sollozo ahogado. Velázquez siguió todavía largo rato vomitando cólera. Mil frases desdeñosas, infamantes, salieron de su boca después de quedarse solo. Al cabo se calló.
Puede uno perseguirlas toda la vida sin tener buen éxito nunca. Un día afirmó que la enfermera era la querida del guarda y había tenido con él un niño, a quien acababa de matar; le había ahogado con una almohada, y por la noche le había enterrado en el bosque. El sabía hasta el sitio donde el pobre niño estaba enterrado.
Señora exclamó don Juan : os lo juro por el nombre de mi padre, que conservaré sin mancha; por vuestro amor, que guardaré en lo más profundo de mi alma. Y yo os lo juro por mi honra y por la suya, madre mía. ¡Oh! ¡pues entonces, soy la mujer más feliz del mundo! exclamó, dando un grito ahogado por las lágrimas, la duquesa. Pero de repente palideció y tembló.
Olvidemos las diatribas de San Crisóstomo a nuestro sexo, en gracia a este consejo tan prudente, tan profundo y tan bello, verdadero resumen de la bondad. Anticipémonos siempre a «hacer las paces». No detenga nuestros generosos impulsos un erróneo empeño de amor propio. Quede siempre ahogado el amor propio por el amor conyugal.
Con la misma rapidez imaginativa del que va á morir ahogado en el mar y repasa vertiginosamente las escenas de su vida anterior, vió su infame existencia de Nápoles, la expedición en la goleta para avituallar á los submarinos, luego el torpedo que abría una brecha en el Californian... ¡Y este hombre era tal vez el que había hecho saltar por el aire á su pobre hijo hecho pedazos!...
¡A mí ¿Qué me han de hacer á mí? ¡Ay de ellos! murmuró con ahogado furor. Tened cuidado con la puerta os repito. Y después, como hablando consigo mismo, dijo en voz baja: Sí es preciso tomar una determinación ... buena determinación. Clara pudo oírlo, y pensó en la cómoda, en el traje, en las flores, en el cuchillo y en la determinación, en aquella maldita determinación que no conocía.
Entonces diremos: todo acabó; nadie se encarga de nada... Que cada cual salga por donde pueda. Fúndese una sociedad nueva entre el estruendo de los palos. ¿Qué tal? Sí, señores, el comunismo no muere sino ahogado en un océano de negaciones. Luego se unirán el interés y la fuerza para crear el nuevo derecho».
Palabra del Dia
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