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Actualizado: 7 de junio de 2025


Se le ve agitar sus patas y antenas á la desesperada, se mueve y retuerce en todas direcciones, pero en cuanto ha sentido la invencible atracción, cuando ha empezado á describir con la masa de agua la gran curva de la caída, cesa repentinamente todos sus movimientos abandonándose á su destino.

Se vió agitar del mártir la cabeza, Y su ojo frio se volvió á encender, Y desatado el labio á la palabra, Clamó: «Sois hijos de ochocientos diezEn la llanura de la inmensa Pampa, Do de América el génio, firme estampa Su huella colosal; Do el Pampero con alas de gigante La nube azota y la ola que espumante Alza la tempestad.

Al poco tiempo de ejecutar esta tarea, algunas gotas de sudor empezaron á correr por su frente. ¡Si vierais cómo trabaja la señora condesa! dijo el mayordomo á las mujeres de abajo. Así, así; hoy ganará su jornal respondió una. La condesa reía. Tenía ya las mejillas encendidas como la grana. Toda su sangre de aldeana parecía fluir á ellas velozmente cansada de agitar el corazón.

Gracias a esta oportunísima compensación no pasé la vergüenza de suspender la lectura antes de la hora y media, mínimum, como ya he dicho, de estas solemnidades. Las señoras volvieron a agitar los pañuelos con entusiasmo. Observé, sin embargo, que Joaquinita Anguita se estaba queda, lo cual me pareció una ruin venganza y me irritó más de lo que el asunto merecía.

Faltábale tiempo de madurar el plan: lo que importaba era obrar con celeridad y no arredrarse ante obstáculo alguno. Se deslizó sin ser visto por la cocina, y subió la escalera a escape. Llegado que hubo a las habitaciones altas, residencia de los señores, de tal manera supo amortiguar el ruido de sus pisadas, que el oído más fino lo confundiría con el susurro del aire al agitar una cortina.

Lo decía con una firmeza que inspiraba espanto, y a continuación enternecíase ante su hijo, el travieso Barrabás. Cuando éste cometía una de las suyas, el viejo animal de guerra limitábase a fruncir el entrecejo, a agitar las manazas, gritando con voz ronca: «¡Mira que te doy!...» Y el pillete reía, sabiendo que nunca llegaba a darle.

Se le veía agitar los miembros junto al casco de la nave, como unas tijeras blancas que se abrían y cerraban acompasadamente; hasta que, volviendo a la superficie con la moneda en la boca y echándose atrás el mechón húmedo que caía sobre su frente, ganaba la canoa con una agilidad de mono y volvía a temblar de frío, implorando a todo pulmón la generosidad del «caballero».

La vi agitar los brazos en medio de ellas narrando, al parecer, el suceso con vehemencia, y observé que algunas lágrimas se desprendían de sus ojos, sin que por eso perdiesen la expresión dura y sombría. Asunción permaneció sentada, con la cabeza baja y ocultando el rostro entre las manos. En el grupo de Lolita hubo acalorada deliberación.

La imagen del héroe paterno surgía ahora en su memoria con los ojos bondadosos y una sonrisa que parecía agitar como un viento dulce el bosque de sus barbas. Le diría toda la verdad. Le haría saber que llegaba á Nápoles para llevárselo, como un buen camarada que socorre á otro en un peligro. Tal vez se irritase y le diese un golpe; pero él conseguiría su propósito.

Mientras se confrontaban los números del cartón con los de las bolas que se hallaban esparcidas encima de la mesa, tarea que duró buen rato, porque Paco se complacía en atormentar á la afortunada señora, los amantes no cruzaron la palabra. Cuando el jugador volvió á agitar la bolsa comenzó otra vez su arrullo suave. Te voy á pedir una cosa. ¿Qué es? ¿Me la concederás? Díme antes lo que es.

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