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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Refugiado Corralat en un fuerte inexpugnable, en el que se hallaba en crecido número su gente más aguerrida y fiera, es atacado de nuevo por Corcuera, dispuesto a ultimar la empresa que había meditado, sin arredrarse por la posición inexpugnable del enemigo; 26 muertos y 80 heridos le costó al Ejército el primer ataque sin conseguir ventaja alguna.
Lejos de arredrarse con esto, el denuedo de Morsamor y de los suyos creció con la cólera y con el deseo de venganza. En una salida que el sultán hizo del alcázar con la gente que tenía cerca de sí, el sultán fue rechazado y tuvo que hacer cerrar rápidamente la puerta para que los enemigos no penetrasen en pos de él dentro del alcázar.
Confiado en Dios, en su derecho y en su valentía, sin arredrarse, se acercó a la puerta del castillo. Todo estaba mudado. En torno, soledad y silencio. Aunque era medio día, Plácido no vio ni hombres de armas ni campesinos. El puente levadizo, tendido sobre el foso, dejaba franca la entrada. El escudo de piedra berroqueña, que había sobre la puerta principal, estaba cubierto de negro paño de luto.
D. Rodriguín indicó por señas a los chicos que iba a entrar por el hueco de la bohardilla, con lo que ambos se asustaron y huyeron adentro. Mas sin arredrarse por esto el atrevido estudiante escurriose tejas abajo. Trepando gatunamente con los cuatro remos, penetró en la casa.
Lo que sucede en extremos apurados, debe enseñarnos el modo de aprovechar y multiplicar nuestras fuerzas en el curso de los negocios comunes: regularmente, para lograr un fin, lo que se necesita es voluntad: voluntad decidida, resuelta, firme, que marche á su objeto sin arredrarse por obstáculos ni fatigas.
Cuando llegaban a oídos de Juanita noticias de la terca incredulidad de doña Inés y de que la sospechaba de hipócrita, Juanita decía para sí: «No es mal sastre el que conoce el paño»; y sin arredrarse seguía por el camino que se había trazado. Llegó en esto el invierno, y doña Inés quiso vestir a todos sus niños con buena ropa de abrigo; Juanita alcanzaba ya alta reputación de costurera.
Faltábale tiempo de madurar el plan: lo que importaba era obrar con celeridad y no arredrarse ante obstáculo alguno. Se deslizó sin ser visto por la cocina, y subió la escalera a escape. Llegado que hubo a las habitaciones altas, residencia de los señores, de tal manera supo amortiguar el ruido de sus pisadas, que el oído más fino lo confundiría con el susurro del aire al agitar una cortina.
Palabra del Dia
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