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Actualizado: 1 de junio de 2025
Vamos, vamos, quiero que mis besos os hagan sonreír. Le dió un beso a Marta y la aproximó con fuerza contra su corazón, mientras que aquélla se entregaba pacientemente a las caricias de la niña, retribuyéndolas y tratando de sonreír. Permanecieron luego mudas y mirándose con expresión afectuosa, hasta que un ligero golpe en la puerta las vino a turbar en la expansión de su mutuo afecto.
Hasta entonces Elena había sido con él, si no extremadamente afectuosa, a lo menos complaciente, risueña, generosa, una querida agradable en suma y que le realzaba en la sociedad que frecuentaban. A última hora empezó a mostrarse fría, exigente, caprichosa y sobre todo a sentir una extraña melancolía que la tenía horas enteras taciturna, sin poder arrancarle ni una sonrisa ni una palabra.
Huberto ahora manifestaba su afección de una manera diversa; María Teresa le encontraba menos dulzura, sumisión afectuosa, más familiaridad y seguridad conquistadora. Esta toma de posesión que no le producía ninguna felicidad íntima, a ella le molestaba. Por intervalos se decía: ¡Dios mío, qué difícil de contentar soy!
Muy admirada, sin embargo, y aun enojada por el paso que aquél había dado, quiso no obstante dar algunas horas a la reflexión; más de una secreta repugnancia tuvo que vencer, pero, en fin, en la extremidad a que se veía reducida, ¿cómo no aceptar ese refugio, después de todo honroso, que le abría una mano afectuosa y fiel?
Se sintió inclinado á ceder... Pero inmediatamente borró esta debilidad con el tono firme y breve de su voz: ¡Adiós, Ulises!... El capitán no le contestó, dejando que se alejase sin la menor palabra de despedida. Se hallaba ya el piloto junto á la puerta, cuando se detuvo para hablarle con una expresión doliente y afectuosa: No temas que diga esto á nadie... Todo queda entre los dos.
Y salió del aposento, acompañado por una afectuosa mirada del doctor, sin que Antonia, muy ruborosa y turbada, intentase detenerle. Ya estamos solos, hija mía; puedes, pues, hablar. ¿Qué quieres? dijo el señor de Avrigny tan pronto como hubo salido Amaury. Tío mío respondió Antoñita con voz temblorosa y sin alzar la vista para mirar al doctor.
Pues bien: está Vd. perdonado, con tal de que siga llamándome su amigo nada más. En todos se notaba una afectuosa y sincera familiaridad. Al llegar a su casita, que estaba, como es costumbre, junto a la pequeña iglesia parroquial, y en lo que podía llamarse plaza, el cura, enseñándome una bella casa grande, la más bella quizás del pueblo, me dijo: ¡Ahí tiene Vd. nuestra escuela!
Cuando te arroje en sus brazos tendrá que reconocer que no soy un ingrato ni un indiferente, su altivez se humanizará y la volveré á ver como en otro tiempo, sonriente y afectuosa. Jacobo se puso grave y dijo con lentitud, como si pesase las palabras: Hace veinticuatro horas, Cristián, estoy reflexionando sobre todo lo que me has revelado.
Por parte de usted, aquello fué pedirme que olvidase sus agravios, y por la mía consentir. Acaso no era eso todo lo que usted deseaba, pero yo no podía conceder más. Después ha adquirido usted grandes derechos á nuestra gratitud y mi hermano asegura que yo sola puedo recompensar como conviene la afectuosa adhesión que usted le ha demostrado.
Venía sencillamente vestida, un manto de sarga, un cordón de pelo al cuello con una pequeña cruz dorada, un pañuelo de seda sobre los hombros, una bata de percal, y un delantal negro; me pareció más alta y más bella: venía encendida, alegre, con un bulto bajo el manto; me saludó con una sonrisa sumamente afectuosa y entró en el gabinete, sobre una de cuyas mesas dejó el bulto que traía bajo el manto, y que produjo un sonido metálico.
Palabra del Dia
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