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Actualizado: 23 de agosto de 2024


Ambos formularon en sus adentros el pensamiento de simpatía que les asaltaba. Este señor mete respeto lo mismo que un obispo se dijo Amparo. Esta chica parece la Libertad murmuró el patriarca. Entre tanto la muchacha comenzaba su peroración.

Cada cual recordó allá en sus adentros alguna de las varias sentencias vulgares que sostienen como verdad la transmisión de la culpa por medio de la sangre: de tal palo, tal astilla; la cabra tira al monte; quien lo hereda, no lo hurta; de casta le viene al galgo el ser rabilargo, y así la madre, así la hija y así la manta que las cobija.

Sin querer, Bonis se dijo a mismo muy para sus adentros el sustancioso símil «un rayo que hubiera caído a mis pies, etc.», y por una asociación de ideas, añadió por cuenta propia: «¡Mal rayo me parta! ¡Maldita sea mi suerte!». Hueles a polvos de arroz repitió Emma. Tampoco ahora contestó Bonis en voz alta.

Perla, con la viveza caprichosa que la caracterizaba, se dirigió hacia él, y tomándole una de las manos entre las suyas, apoyó en ella su mejilla: caricia tan tierna, y á la vez tan natural, que Ester, al contemplarla, se dijo para sus adentros: "¿Es esa mi Perla?"

Como si el pensar y el desear así hubiera sido una navajada, allá en sus adentros, no sabía dónde, Bonis sintió un dolor espiritual, como una protesta, y en los oídos se le antojó haber sentido como unas burbujillas de ruido muy lejano, hacia el cuarto de su mujer; una cosa así como el lamento primero de una criaturilla.

El anciano dice en sus adentros: todo eso es mio; ¿quién es ninguno de estos recien venidos, de esos forasteros, de esos imberbes, para disputarme la religion de mi memoria, mi memoria que es mi cendal de lágrimas y mi corona de laurel, mi martirio y mi poesía. Todo eso es mio, el que lo toque es un profano. Sabe que el hablar tiene sus peligros, y calla: aquí la reserva.

Allá en sus adentros se comparaba a la vara que sostiene en el aire a una planta rastrera a fin de que no caiga al suelo y se ensucie y pudra en el fango. Temía Rafaela que Arturito cayese si le dejaba ella, y por eso no le dejaba. A menudo solía lamentar que aquel muchacho hubiera sido tan dócil y se hubiera convertido tan pronto.

Siempre que habla conmigo añadió Nieves , quiere darme a entender que nuestro primo Nacho desea casarse con ella. ¡Carape! exclamó Leto para sus adentros ; pues ese era mi caso, y ahora resulta que le importa a ella menos que a . Y en voz alta dijo : Eso precisamente es lo que más la califica.

Bien sabe Dios que hice voto solemne en mis adentros de no echar allí pie a tierra, como no me desmontaran a tiros. Era el cuñado de Neluco un hombre bastante gordo y no muy alto, moreno y atezado de rostro, con anchas patillas grises, pelo recio y poca frente. No hablaba tanto como su mujer, pero no era menos afectuoso y hospitalario que ella.

Y por obedecer a don Pedro que nos llamaba, apartámonos de la linda panadera que nos empujaba con los ojos hacia él mientras se despedía de nosotros «hasta luego»; pero de tal modo, que con ello y con algo más que yo había creído notar antes, y un poco de malicia que nunca falta en los pensamientos de los hombres en determinados casos, como aquél, no pude menos de exclamar en mis adentros: ¿Si serán estos los anteojos con que mira Neluco estos lugares que tan hermosos le parecen?

Palabra del Dia

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