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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Jacobo leía en la cara de babieca del tío Frasquito lo que allá para sus adentros iba pensando, y no pudo contener una sonrisa de triunfo al ver conseguido su primer intento.

Este hombre, se decía en tales momentos allá para sus adentros, este hombre tan puro como lo juzgan, que parece todo espíritu, ha heredado una naturaleza animal, muy fuerte, de su padre ó de su madre. Ahondemos un poco más en esta dirección.

Con gusto, ¿eh? respondió Fuertes sin volver la cara . ¡Ay! mi señor don Alejandro... ¡si hubiera espejos para ver a los hombres por sus adentros en determinadas ocasiones!... Cornias, arrima un poco más el barco, hijo... Así... ¡Ajá! Cuidado, don Adrián... Venga la mano... Eso es... ¡Divertirse, caballeros! ¡Cómo le pusieron entre Nieves y su padre desde el yacht!

Quedó solo Barinaga en la calle, y el Magistral arriba, detrás de las vidrieras entreabiertas, sin perder de vista al que ya llamaba para sus adentros su víctima.... Don Santos volvió a su monólogo, interrumpido por entorpecimientos del estómago y por las dificultades de la lengua.

¡Bah, bah, bah! no digo yo que a ella, allá en sus adentros, sus adentros... pero no entiendes de esto... yo te afirmo que lo que es tener, no han tenido nada, nada... si sabré yo.... Y yo también... afirmó cínicamente Pilar . Bueno, los dos acertamos... no hubo nada... pero está.... ¿cómo dicen de las palomas en el tiro? Tocada en el ala.

Los hombres, en esto de conquistas amorosas, nos las prometemos, a menudo, felices. Así es que, si los del lugar estaban ya sosegados y desengañados, no faltaban aún forasteros, con tal de que fuesen sujetos de cierto fuste, que se alborotasen al ver a doña Luz, y propusiesen, allá en sus adentros, conseguir lo que otros no habían conseguido; pero pronto también se desengañaban.

Mira qué impasible está. Desengáñate: él piensa en sus devociones, en sus libros, en sus estudios, en las obras que escribe, y nada se le importa de que estés casada o de que estés soltera. ¡Buen castillo de humo levantó tu orgullo! ¡Curiosa leyenda de amores románticos y desesperados forjaste allá en tus adentros!».

¿Por qué me trata usted así? preguntó con pena fingida Baltasar, que en sus adentros renegaba de la virtud plebeya ¿Qué mal hay en...? ¿Por qué? repitió Amparo con sumo brío . Porque no me conviene a perderme por usted ni por nadie. ¡ que es uno tan bobo que no conozca cuando quieren hacer burla de uno!

Manolito quedaba algunos momentos turbado, como si hallándose navegando por los mares del Polo viese de improviso llegar hacia él una enorme montaña de hielo, pero no tardaba en reponerse, exclamando para sus adentros: «¡Qué disimulada es esta chica!» Y aunque los balcones se cerrasen inmediatamente con chirrido desdeñoso y permaneciesen tapiados todo el día, Manolito no dejaba de pasear arriba y pasear abajo, atrincherado siempre en su convicción de que por los intersticios de las cortinas unos ojos extáticos y húmedos de amor le clavaban mil saetas apasionadas.

«¡Después que comamos... a ver el yachtrepetía el mozo en sus adentros, enredado en las confusiones más extrañas, mientras respondía al expresivo Bermúdez cuatro palabras, mal urdidas, de cortesía . ¿Qué plural era aquél de «comamos»? ¿Cuántos y quiénes entraban en él?

Palabra del Dia

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