Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de junio de 2025
¿A las máscaras? No hay remedio, tengo un coche a la puerta. ¡A las máscaras! Iremos a algunas casas particulares, y concluiremos la noche en uno de los grandes bailes de subscripción. Que te diviertas; yo me voy a acostar. ¡Qué despropósito! No lo imagines; precisamente te traigo un dominó negro y una careta. ¡Adiós! Hasta mañana. ¿Adónde vas?
Mientras tanto, los clamores desesperados del niño despertaban también a la doncella de Lilí, Magdalena, que dormía allí cerca, y acudía esta presurosa en su auxilio; tranquilizábalo con gran cariño, hacíale acostar y permanecía sentada junto a su camita, hasta dejarlo dormido nuevamente.
Y se puso á repetirle gravemente algunas palabras de ensalmo en que se conjuraba á una cierta Elena, hija de rey, que escarbando la tierra del monte Olivete se había hallado los tres clavos de Nuestro Señor, para que clavase uno de ellos en el corazón de Soledad. Para que no pueda vivir, ni sosegar, ni en silla sentar, ni en cama acostar, sino que muriendo de pena me venga á buscar.
El guía sabía queríamos ir al volcán; la sola concepción de este deseo y el yo cuidado, bastan para comprender que lo dispondría todo, yéndonos en tal confianza á acostar, al tiempo que la hermosa y clara luna nos anunciaba que aun cuando tuviéramos que caminar de noche su plateado disco nos enviaría luz y alegría. Escaso fué el reposo, pues aún no alumbraba la aurora cuando fuimos despertados.
La estrechez de recursos impuso economías, y entonces se resistió a sufrir ciertas privaciones y molestias. La cosa más insignificante era allí ocasión de disputa, y el último altercado era el de palabras más ágrias. Una tarde, al querer Pepe acostar a don José antes de lo acostumbrado, vio que no le habían hecho la cama, y como increpase a su hermana, repuso ella: ¿Soy yo criada?
Para tenerlo guardado siempre como una reliquia en un cofrecito de cristal y ponerlo al lado de mi cama; para sacarlo cuando me vaya á acostar y acordarme de ti y darle un millón de besos... ¡Calla, calla! exclamó la niña sonriendo ruborizada. El diez y seis; el treinta y nueve; el setenta pelado, y revuelvo. ¡Jesús, qué setenta interrumpió D.ª Demetria; ni una sola vez deja de salir!
También convendría recorrer las aldeas de la sierra para comunicar a la gente lo que sucede y convenir con ellos una señal a fin de reunirse en caso de ataque. Esté usted tranquila dijo Juan Claudio ; yo me encargo de eso. Levantáronse los dos interlocutores y se dirigieron a la puerta. Hacía media hora que había cesado el ruido en la cocina: la gente de la granja se había ido a acostar.
Los que traían la artillería y mosquetes combatían con las galeras, mientras los demás trabajaban con hachas y sierras y otros instrumentos romper la palizada y cadenas que nuestras galeras tenían por reparo, de manera que con más de 20 pasos no se podía acostar ningún bajel á ellas.
Por curiosidad y por aburrimiento, luego de acostar a Karl, se había asomado a aquella galería para ver el baile. ¡Vivía tan aislada!... Y con una contracción de su mano, oculta entre las de Fernando, agradeció la bondad de éste al ocuparse de ella. Luego, su rostro fue animándose con una sonrisa pálida que pretendía ser maliciosa. Se asombraba otra vez de verle solo.
En aquel momento una voz estridente, imperiosa, sonó en sus oídos. ¡Todavía no te has ido a acostar, arrapiezo! Y al levantar los ojos vio a Amalia, con el rostro pálido, los labios apretados, que cogió a la niña con violencia por el brazo dándole una fuerte sacudida y la arrastró hacia la puerta. La cólera de Amalia.
Palabra del Dia
Otros Mirando